Me tocó vivir Otis en Acapulco, las 3 horas más inciertas de mi vida -Parte 2

“Esas tres horas de mi vida, solo pensaba en mi familia, la familia es lo único que tienes en momentos de vida o muerte”

Ayer que el buen Paquito terminó de leer mi columna me recordó una escena que viví como a la 1 am, e iniciaré con esa anécdota la continuación de mi relato.

Era la primera hora del 25 de octubre y el huracán golpeaba el residencial con su máxima potencia, el edificio sonaba como película de terror y el edificio brincaba como un temblor nivel 4. En ese momento llegué a pensar que se caía el edificio y abrí mi celular para empezar a ver fotos de mi familia, de mi esposa, mis hijos y de mis padres. A las seis y media que salimos a caminar para ver las primeras imágenes de los daños, el buen Paqui me dijo: “cuando me di cuenta de que veías tus fotos, si pensé que nos íbamos a morir”.

A las siete treinta pudimos reconocer otros “clusters” del conjunto condominal, techos desplomados, ventanales desprendidos o volados, muebles por fuera de los departamentos, pero lo más impactante fue ver la gran palapa que reconocía la belleza de uno de los condominios, totalmente destruida y los soportes desplomados en el piso. Carros con vidrios rotos o golpeados, palmeras totalmente desplomadas, y a lo lejos se veían los terrenos del fondo inundados.

Empezamos a platicar con los policías del condominio, les pregunté ¿Dónde pasaron el huracán? Y contestaron que dentro del pequeño baño encerrados toda la noche. Algunos vecinos empezaban a salir y a comentar sus experiencias después de Otis. Llegadas las ocho de la mañana volvió la lluvia, y corrimos a resguardarnos en nuestro departamento para dormir una hora y media más.

A las 9:30 am volvimos a salir a revisar más alrededores, y al avanzar rumbo a Boulevard de las Naciones me encontré, por mera casualidad, a Carlos, un papá de un compañerito de primaria de mi hija. Me enseñó el departamento donde había pasado, solo en el baño, el fenómeno meteorológico, totalmente destruido, irreconocible a como era antes. De las primeras cosas que me preguntó es ¿traes carro?, ¿me puedo ir contigo a México si sales?

Yo estaba preocupado por la otra parte de mi equipo que se había quedado en “Mayan Lakes”, por lo que le pedí a Jona me acompañara a buscarlos. Procedimos a llegar a la calle principal que va en dirección al centro comercial La Isla y en el camino nos dimos, realmente cuenta, de la magnitud del desastre: la fachada de la entrada del condominio totalmente destruida, árboles de 15 metros de altura caídos, oficinas de venta aplastados por árboles, toda la línea de postes de luz derrumbados, espectaculares de 20 metros tumbados por el aire, trailers y autobuses volteados por el aire.

Restaurantes icónicos como el 100% Natural de Diamante, Rasta Brassa, Mario Canario, La Finca, Sabor Guerrero, Los Tarascos, Carlos and Charlie´s y hasta el Shu, totalmente destruidos. Hoteles, negocios, oficinas, hospitales, gimnasios y por supuesto departamentos, totalmente devastados. 

Al caminar como 3 kilómetros vi una camioneta de la empresa y corrí para alcanzarla, le hice señas a un transeúnte que parara a la “trucka” y finalmente me pude tranquilizar, los cuatro integrantes de mi equipo estaban sanos y salvos. Otra anécdota es que una de las chicas que iban en la camioneta, lo primero que me preguntó fue ¿oiga y si nos van a pagar estos días, aunque no haya expo?, porque nosotras tenemos programados gastos. 

Al mismo tiempo que platicaba con mi equipo, me percaté que iba caminando un conocido minero extranjero, iba solo acompañado de un colega mexicano. Le grité su nombre y volteo, le dio gusto verme, y le pregunté que a donde iba, me contestó que quería llegar al “Dreams” por su pasaporte. En ese momento del día era imposible pasar, estaba inundado desde la altura de Vidanta hasta el paso desnivel de Puerto Marqués. Le dije que era muy peligroso en ese momento tratar de llegar para allá, que estaba bloqueado el paso, que esperara un rato más; me hizo caso y volvió, le ofrecí ayuda, pero me dijo que no me preocupara y se despidió yendo de vuelta al Forum.

Para ese momento del día todos seguíamos aturdidos de lo vivido, experimentado y lo que estábamos viendo, no sabíamos a ciencia cierta que teníamos que hacer.

Volviendo la atención con mi grupo, les dijimos un punto de reunión a las 3 pm para comentar el un plan de acción, nos despedimos y seguimos nuestros caminos.

Regresamos al departamento a informarle a Pepe y Paquito que habíamos encontrado a todo el equipo, les dijimos que nos reencontraríamos nuevamente a la hora pactada. Después decidimos salir los 4 para ir al aeropuerto y ver si se planeaba un puente aéreo, en el camino pasamos por La Isla, toda destruida y por el Forum Mundo Imperial, me llamó mucho la atención un grupo de 11 personas, mineras, que estaban con sus cosas en la entrada. Entre ellos estaba mi amigo y les ofrecí ayuda para poder dormir y salir de Acapulco. 

Caminando dentro del Forum vimos muchos mineros que habían pernoctado en ese edificio, altos funcionarios del Estado de Guerrero durmiendo en sillones, incluso supimos de un gobernador, varios embajadores y muchos secretarios de estado de varios estados que tuvieron que ser retenidos en el Forum porque ya no pudieron salir del inmueble. 

Finalmente, no nos dejaron llegar hasta nuestro stand, vimos desde lejos que se había caído un pedazo de techo justo a lado o sobre él y la de protección civil nos dijo que nos alejáramos porque se seguía cayendo el techo. Procedimos a regresar a la entrada y nos reencontramos con los amigos mineros.

Llegamos al depa y los instalamos, para que se sintieran cómodos y animados. A continuación, me puse un momento a limpiar áreas comunes del depa junto con vecinos. 

Nos dieron las tres de la tarde y Paquito y yo procedimos a reunirnos con nuestro equipo, al llegar a Las Naciones iba pasando una camioneta con batea y le pedimos “raite” como dicen en el norte. Después de recorrer unos pocos metros, escucho que me gritan de otra camioneta, “Hey Compadre”, y volteo para que me diera mucha alegría ver a Ricardo y al Maromas. Ambos nos orillamos en el mismo sentido y nos abrazamos con muchísimo afecto. Por mera casualidad empezaron a llegar otros colegas mineros hasta juntarnos, en el mismo lugar, 8 personas conocidas. Nos compartieron tamalitos de elote calientitos, que quién sabe de dónde los sacaron y una charla de 30 minutos compartiendo nuestras experiencias.

Todos tuvimos experiencias distintas, una aterradora fue la de mi querido Richy, que llegó a una torre a un apartamento del piso 9, aproximadamente a las 11 pm. Entró y al instante de cerrar las cortinas sintió como se rompían los cristales y salían todos los muebles por la ventana, con una corriente de aire enorme; un mueble le pegó en el pie y lo lastimó, pero así se resguardó en un baño del apartamento y continuo así solo hasta las 4 am.

Hubo dos anécdotas más en ese instante, la primera fue que iba pasando un lugareño con un carrito lleno de cervezas y refrescos, a lo que le gritamos “Hey, véndenos unas”, y nos contestó que “Vengan y tomen dos refrescos”. Así que comimos tamales y tomamos coca cola.

El otro evento curioso es que iba pasando una scooter con un joven flaquito, y en la parte de atrás llevaba una pantalla enorme, de más de 98 pulgadas, y le grité “Heeeeyyyy, véndemela” y me contestó “ En el Walmart hay más”, todos los ocho nos morimos de risa.

Hoy veo los medios y noticias, charlas y tertulias, muchos critican lo que llaman rapiña o robo, pero bajo esas condiciones, la gente que toma comida para poder sobrevivir, considero que es totalmente justificable. Incluso me tocó ver que gerentes de Bimbo abrieron las puertas de la bodega para regalar el producto y mandaron carros útiles a repartir mercancía. Los Oxxo y demás tiendas no pensaban recuperar los alimentos que ahí se encontraban, ya era parte de la merma. Además, no había quien vendiera en esos momentos.

En la plática salió que nadie tenía combustible, teníamos necesidad de diesel y gasolina. Fuimos a buscar a otros conocidos para sumarlos al plan de salida que ya empezábamos a estructurar. A partir de las 4 pm todo fue corriendo con menor estrés, el estar con amigos hizo que todo fluyera mejor. Conseguimos diesel y gasolina para todos los carros y así tener lugar para todos los evacuados. El momento de conseguir los combustibles fue lo más divertido del día, ya les contaré todas esas anécdotas.

Regresamos el Paqui y yo como a las 8 pm al departamento y procedimos a informar a los mineros y a mis acompañantes el plan de salida para el jueves 26 de octubre a las 7 am. Sin embargo, el grupo que lideraba el extranjero me dijo que ellos no podían salir sin su líder, que preferían quedarse. Ahí tuve que tomar una decisión difícil, pero correcta. Les comenté que les prestaría mi camioneta, donde caben hasta 9 personas, con 3 condiciones: la primera era que, si yo no podía salir que me la devolvían, la segunda era que si ellos salían por aire que la estacionaran en el depa y le dejaran la llave al vecino y la tercera era que, si salían, me la dejaran en CDMX.

Pasamos a ver a los vecinos para que nos dieran los números de sus familiares, y en el caso que, si lográramos salir, les informáramos que estaban bien. Mi vecino me pidió que, si le regalaba las lámparas y la comida, le dije que, sí a las 10 am ya no regresaba, si podía tomarlas del departamento, que tomara toda la comida también.

A las 9 pm nos echamos unos whiskys el Pepe, Carlos, Paquito y yo, para poder dormir bien y despertar justo a tiempo para el plan de evacuación. Ya en ese momento pudimos dormir bien a las 11 pm.

Al otro día, nos despertamos a las 05:30 am para arreglar todo y esperar a dos mineros que son los que nos llevarían al punto de reunión, este fue donde era el 100% Natural de Diamante, que tristemente ya no existe, está totalmente destruido. Paquito, Jona, Pepe y yo nos subimos en dos carros distintos y procedimos a salir del puerto. La salida fue prácticamente fácil, había un lugar todavía inundado, pero con no más de medio metro de profundidad. Esa fue la máxima complicación. Íbamos algo despacio y finalmente a las 09:30 del día ya estábamos en Chilpancingo contactando a mi familia.

Dejamos atrás al hermoso puerto de Acapulco, que en lo particular creo que le costará más de tres años recuperarse. Las imágenes que se quedaron en mi cabeza son de destrucción total. Acapulco es ícono de México, estoy seguro de que volverá a brillar como siempre lo ha hecho.

Los mineros se contactaron conmigo el viernes a las 19:30 que ya estaban en Chilpancingo, me dejaron la camioneta en un hotel de la CDMX, todos salieron con bien.

Pues bien, amigos, esta fue la experiencia que tuve en esta catástrofe de terror, de todo corazón espero que la recuperación sea rápida para volver a ir a desayunar frente al mar, comer pescado a la talla, ir a cualquier club de playa, tomar fotos de las hermosas puestas de sol y cenar con amigos con la maravillosa vista de la Bahía de Acapulco. 

Comentarios: Jorge.medinasal@gmail.com

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