Por nada del mundo me gustaría estar en la cabeza de Rafael Moreno Valle ni por 20 segundos. Ya me imagino el remolino de sus ideas: Anaya, Loret de Mola, Kiko Vega, Margarita Zavala, las traiciones de Anaya, el fracaso del frente anti Niño Maravilla, la candidatura de Martha Érika, el consejo del PAN, el método de designación del candidato, la conveniencia de Pena Nieto de que él sea el candidato, Felipe Calderón, los medios nacionales… Neta, no me gustaría estar ahí, qué pinche estrés.
Antes que cierres este texto y sientas las ansias subir por tus manos convertidas en sudor por el hartazgo de ser objeto de burlas o juicios, te pido respires profundo.
El fin de semana casi me quedo ciega por leer tanta estupidez en las redes sociales sobre la defensa de la familia. Quería arrancarme los ojos para dejar de leer tanta barbaridad digna de los días del oscurantismo y también quise cercenarme los sesos por culpa de aquellas personas que salieron a marchar para defender a sus hijos de los derechos universales, del reconocimiento de la diversidad, de la igualdad en este país.
Creí que no tenía nada de qué escribir, cuando escuché detenidamente la rola que Juan Gabriel le dedicó a Rafael Moreno Valle, perdón a Puebla y no me quedó de otra más que sentarme a escribir. Yo quería estrenarme como crítica de cine y contarles cómo perdí dos horas de mi vida en el cine por culpa de Suicide Squad y evitar que a ustedes les pase lo mismo, pero entendí que hay un mensaje diabólico en esa sospechosa canción de Juan Gabriel y mejor cambié de idea.
Soy una más de las miles de personas que tiene el corazón estrujado por la muerte de Juan Gabriel.
Ahora que lo pienso con más detenimiento, creo que no fue una muy buena idea eso de convertirme en una coca-lisa, porque ya pasaron algunos días y mi chingado cabello nomás no se anima a salir rubio dorado como cuando era niña. Ayer en la mañana estaba pensando en hacer un menjurje de molonqui, chile del tío Nacho —no es albur— y placenta de yegua joven, cuando me topé con el twitter de @RafaMorenoValle.
Uf. El semestre pasado, reprobé a más del 50 por ciento de mis alumnos por haber plagiado un renglón o más en su trabajo bimestral sobre Jorge Luis Borges.
Ya sé, ya sé que no he escrito en dos semanas y ya sé que soy una irresponsable sin remedio y que por mucho que prometa a principios de año comportarme como Dios manda, nomás no lo consigo, pero les juro por mi ombligo que estas dos semanas se me atravesó Puerto Vallarta y la rapadera, y del puro shock no me pude sentar en mi escritorio para escribir esta gustada columna.
Traigo tanto medicamento encima por mis patitas hinchadas que por Dios, hasta envidio a #LadyReportera. Hay días que tengo ganas que me carguen para ir a Los Troles, para aguantarlos, para regresar a casa y para que me escriban la columna.
Lo que más me molesta del clima caprichoso que tenemos en Puebla es que salgo de mi casa vestida cual pescadillera acalorada y a la media hora comienzo a estornudar y a toser porque la temperatura ronda los 10 grados y ni hablar de las intempestivas lluvias que hacen un desastre en la ciudad. Sé que mi alergia no es tan importante como las avenidas que ayer casi sucumben a la catástrofe de la tromba. Jesucristito, en algunas fotos parecía el fin del mundo cuando en realidad se trataba de las cascadas del Periférico Ecológico, de la avenida Margaritas, de la avenida Las Torres, así como de la 24 y la 14 Sur.
En los últimos cuatros años he derramado tinta, angustias, entuertos, enojos y vísceras sobre los excesos del morenovallismo: que si la ruedota, que si el MIB, que si la pobreza, que si el maldito tren climatizado y no sé cuántas cosas más. En mi corazón anidé la teoría que al igual que yo estaban muchos poblanos, todos los poblanos y que el cinco de junio aplicarían el voto de castigo. Uf. Ya sabemos qué ocurrió.
Desde que los medios de comunicación poblanos comenzaron a difundir las conversaciones telefónicas entre destacados políticos, empresarios y periodistas, una tremenda cosquilla me recorrió desde la nuca hasta sabe Dios dónde, nomás de imaginarme que los espías me tenían grabada diciendo barrabasada y media. Comencé a hacer un recuento de mis llamadas de los últimos…mmm… cuatro años y por más que me quiera yo engañar, no salgo bien librada. Tarde o temprano, quedaré en ridículo hablando de lo glorioso que escribo, de lo chingona que soy y de lo maravillado que dejo a medio mundo por unas cuantas líneas a la semana,pero luego me acordé que yo no soy como @FerCanales, así que me relajé, al menos en esa parte.
Entre los calores, mis medicamentos, mi maldita tos y los agarrones entre los priistas y los panistas, nomás no deja de sudarme la mollera en todo el santo pinche día. De pronto me escurre una gota de sudor por la nuca, de repente por la frente,a ratos mi cabello está goteando y a veces, soy una treintañera embestida por los bochornos de una menopausia precoz.
Jesucristito, uno no puede ausentarse unos cuántos días sin que suceda una desgracia tras otra, tras otra, otras otra… ¿Es mi delirio medicinal o Antorcha Campesina repartió millares de volantes para amenazar a Arturo Rueda, Zeus Munive y Alejandro Mondragón nomás porque le mentaron la madre a los líderes de semejante organización?
Tengo sentimientos encontrados sobre Blanquita Alcalá. A ratos tengo la certeza de que le brillará una estrella en el firmamento y ganará el próximo cinco de junio.
He escrito tanto sobre Rafael Moreno Valle en estos últimos cuatro años, que en navidad mi mamita chula me abrazó fuerte y con lágrimas en los ojos, me dijo frente a frente: ya por Dios, pareces loca nomás escribes de Rafael, obsesiva-cabrona.