Friday, 29 de March de 2024

Chinguen al Guapo

Miércoles, 20 Febrero 2013 00:44

Risa en vacaciones 8/ o vacaciones del terror

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Spring break.- La Real Academia de la Diversión Gringa lo define como las vacaciones de primavera —Semana Santa en México— donde los adolescentes y no tan adolescentes viajan a las maravillosas playas de México, para emborracharse, perderse en el alcohol y las drogas, violar o ser violadas, bailes cachondos, sexo, más sexo, mucho sexo, recorridos eco- turísticos y tirar basura en los ecosistemas costeros mexicanos.

Saldos del Spring breakcrudas interminables, bolsas en los ojos, contaminación en las playasvirginidades perdidas, dolores de cabeza, más dolores de cabeza, una herida en la frente, un esguince en el brazo derecho y el milagro de regresar con vida a casa.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia; es que los noticiarios se encargan de informar en las temporadas vacacionales las aventuras de los springbreakers y me consuela que no soy el único que regresa herido y espantado por estar a punto de perder la vida —una de tantas veces—.

Esto neta que sí me da un chingo de pena contarlo, me sentía como la India María conociendo el Distrito Federal. Resulta que fui con mis amigos de la uni a Mazatlán para vacacionar en Semana Santa y asistir a ese famoso evento de Televisa denominado “Espacio”, pero en realidad yo iba para ver jugosas carnes, Mmmmmm carnes extranjeras. Pero más allá de regresar a Puebla con ligue, regresé enfermo, herido y asustado.

Primer día

Ubicación: Alberca del hotel Emporio/ Mazatlán, Sinaloa.

ObjetivoLlamar la atención de los turistas y las carnes.

Había carnes, suculentas carnes a diestra y siniestra, era el paraíso terrenal, sentía que en cualquier momento me daría una torticolis muy cabrona: “Por qué no me traje un collarín, se me hace que lo necesitaré” y en efecto iba a ocupar el collarín pero no por la torticolis, sino por el madrazo que me acomodé en la alberca.

Por más que me reía a carcajadas que hacían vibrar las ventanas de hotel, por más que me atravesé por la alberca hasta llegar al bar, por más que grité, canté, baile y brinqué no pude llamar su atención, sabía que algo tenía que hacer y de pronto esa idea brillante que tanto esperaba llegó a mi mente: “Me sumergiré en la alberca y nadaré hasta llegar a sus pies”.

Era el plan perfecto porque saldría a flote y alguien se enamoraría de mí, pero al igual que Pinky y Cerebro me faltó calcular algo en mi maquiavélico y casi perfecto plan: no pensé en la poca profundidad de la piscina, entonces al aventarme al fondo ésta sólo sentí como mi frente se estrelló fuertemente contra el piso y sentí que algo se abría.

Resulta que me descalabré, me abrí la frente y en efecto llamé la atención de todos los que estaban en la alberca, pero por el chorro de sangre que me salió, me llevaron a la enfermería y sólo escuché las risas y mofas en mí contra, obvio ya nadie me haría caso y después aparecí en todas las fotos con mi parche en la frente. En todas las fotos: bares, antros, viajes eco- turísticos, etc.

Segundo día

Ubicación: Mar abierto de Mazatlán

Objetivo: Divertirme con mis amigas en la Banana.

Me subí a la banana con mis amigas para divertirnos, sentir adrenalina y una experiencia única, pero eso sí con mucha seguridad porque pssss es el mar abierto, ¡Qué miedo!.

—¿Con tirada o sin tirada?. Nos preguntó el lanchero

—Sin tirada joven. Respondimos en coro.

Pero pinche lanchero culero nos tiró en pleno mar abierto. Todo fue tan rápido, sólo recuerdo las caras de miedo de mis amigas al voltearnos, yo no me quise soltar, ahora sí que literal y sin albur me aferré a la banana, giramos, nos volcamos, salimos a flote y jamás dejé de sostenerme de la banana. Luego me percaté de que mis amigas estaban lejos; tuve que nadar por ellas y jalarlas hasta la lancha.

Una vez pasada la adrenalina, le mentamos la madre al puto lanchero de mierda, el muy pendejo nos quería matar, casi morimos ahogados y después de un rato me empezó un dolor en el brazo derecho, un pinche dolor infernal que jamás había sentido: “¡Te lo fracturaste!, ¡Te lo quebraste!, ¡Te lo torciste!”, me decían una y otra vez mis amigas. Entre el dolor y el susto prefirieron salir de dudas y me llevaron a una farmacia con médico, me compraron medicinas, unas vendas y una férula.

Taráaaaaaan en todas mis pinches fotos de ese viaje salí con el brazo enyesado y con un parche en la frente, pero eso sí muy contento tomándome mis respectivas chelas, empedándome, bailando y muy triste de no haber ligado nada. Es más, todos los vacacionistas, turistas y springbreakers pasaban a mí lado y se burlaban de mí, tal vez pensaban.

Jajajajaja, ese pobre pendejo que viene de vacaciones y se madrea. Jajajajajaja ese pobre looser que anda todo lastimado y se siente muy inn, muy a la onda, muy fashion. Jajajajaja ese pobre diablo mejor que se regrese a su pueblo”, no podía dejar de pensar en sus miradas incriminadoras, en sus mofas y burlas hacia mí, pasaría como el pobre looser, nefasto que nadie tolera en los viajes.

Y para rematar, tan clavado estaba en la herida de la frente y en la lesión del brazo que se me olvidó por completo el peor mal que siempre me acecha, el mal latente, aquel que me puede ocasionar las peores lesiones en el cuerpo “El Sol”.

Imagínense si cuando ando caminando por las calles de Puebla tengo que usar bloqueador solar, en la playa con mucha más razón, pero en esa ocasión olvidé los cuidados de la piel y ya de regreso se me hincharon los pies a tal grado que los zapatos no me entraban y me ardían horrible mis extremidades: “¡Tienes gota!, ¡No mames qué pedo con tus pies!, ¡Tienes ácido Úrico!, ¡Tienes diabetes!, ¡Te van a cortar las piernas!”, me decían incansablemente mis amigas.

Otra vez sentí tanto miedo: “¡Mamá ahora me dio gotaaaaaaaaa!, ¡Me van a cortar las piernas!”, no les quiero contar lo que me contestó mi madre santa sólo les puedo decir que me mandó a la chingada de una manera muy diplomática y me dijo que dejará de decir pendejadas.

Moraleja: Procuren llevar su propio botiquín cuando vayan de vacaciones.

¡Claro!, chinguen al guapo.