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Chinguen al Guapo

Viernes, 19 Octubre 2012 00:54

Actos vandálicos perpetrados por una madre

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No te ha pasado que tu sacro santa madre llega a ser muy cruel contigo, incluso una vándala, sobretodo cuando eres niño y no tienes la posibilidad de decir que “NO”, la posibilidad de defenderte, o asumir una postura crítica y respetable que sólo te ganas con los años de vida y la experiencia, hasta que no ocurra eso estás obligado a aguantar los actos vandálicos de tu madre.

Apuesto a que fuiste víctima de la medicina, de los jalones y apretones de boca para que te tomaras el jarabe, las pastillas, o los remedios caseros elaborados con base en ajo, leche y hierbas, ¡Wuacalaaaaaa! Y a pesar de que tu mamá conocía perfectamente el sabor tan desagradable, te obligaba a tomártelos y “pobre de ti si te vomitas, te vuelvo a dar más”.

También estoy seguro que sufriste infinidad de represalias por madrearte a tus hermanos, a tus primos, o a tu vecino chillón, pero lo peor es que dichas tundas y regaños eran frente a todo el mundo, frente a grandes multitudes para ridiculizarte, ser objeto de burlas, mofas y hasta bullying, cuántos males y traumas no te ha provocado eso.

No están para saberlo ni yo para contarlo, pero de chavito tuve problemas con los bronquios, seguido me enfermaba, me internaban y como si no fuera ya bastante con los jarabes y las pastillas, mi mamá me obligaba a tomar la Emulsión de Scott, caldo de ajolote, leche caliente con ajo, piña y no sé que otras madres.

Y pobre de mí si me echaba a correr, me negaba a tomar esos menjurjes, o no abría mi boca para que entraran esos líquidos con tan desagradable sabor, pues me los embarraba en toda la cara, pero además si me vomitaba me los volvía a servir y se repetía la historia. Podíamos estar horas en la misma situación; mi mamá forzándome a tomar todo eso y yo vomitando una y otra vez.

—Que te tomes la medicina, el té, la leche, es por tu bien, ya no te vas a enfermar, o ¿Quieres seguir enfermo?
—No, no quiero seguir enfermo, pero eso sabe horrible, no me lo voy a tomar, me da asco, quiero vomitar.
—Pues te lo tomas te guste o no. Ya te dije que no le tomes sabor, que te lo pases rápido.
—¿Y tú por qué no te lo tomas?
—Ya me cansaste.

En ese momento se volvía una lucha de David vs Goliath, terminaba con la cara embarrada de jarabe, Emulsión de Scott, caldo de ajolote y hasta plátano, no piensen mal, el plátano era porque según mi mamá después de tomar esas cosas que sabían feísimo, tenía que darle una mordida al plátano para que se me quitara el sabor desagradable, pero como no me tomaba ni una, ni otra coas, la desesperaba y terminaba por embarrarme todo en la cara.

****

Otro acto vandálico orquestado por mi mamá ocurrió en 1997. No respetaba mi actitud de puberto rebelde, mi virilidad y machismo, pues me negaba a realizar cosas de cocina y labores domésticas en general, pero ella se empeñaba en poner de chacha sobretodo cuando llegaba de la escuela.

Un día llegué muy cansado:

—Hijo ayúdame a lavar el pollo, apenas voy a hacer la comida, se me hizo tarde.
—No maaaaa, que asco, me da asco lavar el pollo, huele feo y su textura es asquerosa. Yo no lo lavo, dile a tu hija que lo venga a lavar.
Te estoy diciendo a ti no a ella y si no lo quieres lavar así déjalo, nada más que no voy a hacer de comer, entonces si quieres comer te preparas tú.
—Aaaassshh, dámelo ya, yo lo lavo, ¡Me lleva la chingada!.

Intentaba lavar el pollo, procuraba hacerlo rápido y sin ensuciarme las manos, lo cual era imposible, no quería tener contacto con la piel pegajosa, el olor horrible, tenía asco, quería vomitar y mientras lo lavaba mentaba madres:

—Me caga estar lavando el pollo, me da asco, ¡Wuacala!, por qué me tiene que tocar a mí hacer estas chingaderas, que asco tengo, está pegajoso, mis manos están pegajosas— rezaba una y otra vez, hasta que mi mamá se hartó y de un salto estilo Killbill, llegó hasta el fregadero, me arrebató el pollo y me lo empezó a embarrar en la cara.

Yo no lo podía creer, ni siquiera podía quitármela de encima y sólo empecé a percibir el olor asqueroso y la textura asquerosa del pollo, ya no lo soporté más y vomité en el fregadero, mientras mi mamá se sentía orgullosa de su acción vandálica en mi contra.

Pero no conforme con eso, por esos días me estrelló la pala del mole en la espalda y la quebró, después me la quiso cobrar. Resulta que llegué de la secundaria, vi a lo lejos mi víctima —mi hermana— estaba indefensa, distraída, comiendo moscas, sólo pasé por atrás de ella, le di una suave patada a su silla y la tiré, empezó a llorar, pero como mi mamá se dio cuenta de mi “travesura” corrió a mí y me estrelló la pala del mole en el mero lomo.

Pasaron semanas, quizás meses, una vez más llegué de la secundaria, visualicé a mi víctima, en esta ocasión se trataba de mi hermano, quien odiaba que le mordiera los cachetes y lo dejara babeado. Entré a la casa, lo vi descuidado y ataqué, pero como en ese momento mi mamá se percató de mi agresión, corrió hacia mí, pero no me pudo alcanzar.

Jajajajaja, no me alcanzaste, eres una lenta, no me alcanzas, a que no me alcanzas.
—Cuando te alcance vas a ver, me las vas a pagar, hasta vas a chillar.
—¡Ay por favor!, nunca me vas a alcanzar.

En ese momento al mero estilo de Killbill dio una patada con la pierna derecha para quitarse su zapato, en el aire lo tomó y me lo aventó, fueron movimientos tan rápidos que jamás reaccioné y cuando lo intenté hacer ya era muy tarde, pues su zapato se había impactado contra mi cara, con tremenda fuerza y velocidad que fue imposible esquivarlo y en efecto me hizo llorar.

No que no te alcanzaba. Para q que se te quite la maña de molestar a tus hermanos y de burlarte de mí.

Moraleja: Aguas con los actos vándalos de sus madres, deben prepararse para ser infalibles a ellos.

¡Claro!, chinguen al guapo