Las armas de fuego y su relación con el homicidio doloso

Por Facundo Rosas / /
Las armas de fuego y su relación con el homicidio doloso
Foto: Central

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Durante los últimos 9 meses, los homicidios dolosos en el estado de Puebla registraron una desaceleración en su crecimiento, al pasar de 23.6% en 2018 a 1.8% en 2019 (acumulado enero-septiembre), sin embargo, los cometidos con arma de fuego se incrementaron, al pasar de 66.8% del total en 2018 a 72% en 2019, lo que equivale a un incremento de 5.2%

Lo anterior indica que cada vez más armas de fuego son utilizadas para privar intencionalmente de la vida a las personas, fenómeno que se presenta a nivel nacional en diferentes proporciones.

En 2018 la entidad poblana se ubicó en la posición 19 del ranking nacional de casos de homicidio doloso asociados a un arma de fuego, donde 1 es peor y 32 mejor. En lo que va de 2019 retrocedió tres lugares y se posicionó en el sitio 16.

Al corte de septiembre, las entidades donde más armas de fuego son utilizadas para cometer asesinatos son Guanajuato con 83.5%, Colima con 80% y Michoacán con 78%. Los estados con el menor uso de este tipo de armas fueron Yucatán con 8.7%, Campeche con 38% y Baja California Sur con 40%. Destaca que durante 2018 ésta última entidad ocupó la posición 15 con 72%.

Desde esta perspectiva, la reunión celebrada en México el 21 de octubre entre los titulares de las secretarías Relaciones Exteriores y Seguridad y Protección Ciudadana de México con el Embajador de Estados Unidos en México y representantes de agencias de seguridad estadounidenses, abre la posibilidad de que esta correlación pueda mejorar para bien, pero que dicho encuentro marque un “antes y un después” en la cooperación entre México y Estados Unidos, es sólo discurso.

Lo anterior en virtud de que los esfuerzos de este tipo datan de 1995, cuando por parte de México se integró el Grupo de Coordinación para la Prevención y Control del Tráfico de Armas de fuego como instancia responsable de la coordinación operativa a nivel nacional en la materia y del intercambio de información con las agencias de los Estados Unidos.

Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, este mecanismo de cooperación fue actualizado junto con el de intercepción de droga en la frontera de ambos países, sin embargo, la diferencia entre las legislaciones mexicana y estadounidense han limitado su alcance.

Como referí el 31 de julio en este mismo espacio, en Estados Unidos no existen restricciones para la compra, tenencia y venta de armas de fuego, excepto para los fusiles automáticos, mientras que en México la mayoría están prohibidas para la población civil e incluso para las corporaciones policiales, llegando a limitar su capacidad de fuego frente a grupos delictivos que disponen de armas cada vez más potentes y sofisticadas, como quedó demostrado en los recientes hechos de Culiacán, Sinaloa.  

Lo único cierto es que hasta el día de hoy las armas de fuego siguen fluyendo de norte a sur utilizando los mismos mecanismos que en los últimos años, ocultas en vehículos con compartimentos especiales o de doble fondo, autobuses de pasajeros e incluso a través de los servicios de paquetería.

El desconocimiento de la situación es tal que no se tienen datos sobre las armas de fuego existentes en territorio nacional. Las estimaciones más cercanas indican que en México circulan entre 10 y 12 millones de armas de fuego (gunpolicy.org y Cámara de Diputados), lo cierto es que con esas armas de fuego en 2018 fueron asesinadas 19 mil 500 personas. Es decir, que por cada 600 armas de fuego se cometió un homicidio doloso.

Como referencia, en Estados Unidos existe un estimado de 310 millones de armas de fuego (Congreso de Estados Unidos 2017) y con ellas fueron asesinadas de 33 mil 800 personas. Es decir, que por cada 9,000 armas de fuego se cometió un homicidio que involucró su uso.

Lo anterior evidencia que la relación entre armas de fuego y homicidios intencionales es totalmente diferente en Estados Unidos y en México, sin embargo, el nivel de letalidad derivado de su uso en nuestro país es exponencialmente más alto que en el vecino país del norte.

Para el caso de Puebla, el porcentaje de armas de fuego involucradas en homicidios dolosos no solo es alto, sino que ha ido en aumento, lo cual requiere una atención diferenciada y habría que aprovechar la coyuntura abierta el 21 de octubre en esta que parece ser una nueva etapa de cooperación binacional México-Estados Unidos.

Versión no contada. En 2015 en un dispositivo de protección ciudadana a cargo de la policía estatal, cuyo objetivo era verificar la legal portación de armas de fuego de personal con funciones de escolta, se marcó el alto a una camioneta de la marca Hummer que era custodiada por un vehículo con personas armadas.

Como era de esperarse, la primera reacción de los ocupantes del vehículo escolta fue de prepotencia, sin embargo, cuando las cosas estaban a punto de desbordarse apareció la persona que viajaba en la parte trasera de la Hummer y pidió a su personal de seguridad que colaborara con la autoridad sin dilación alguna.

Lo anterior viene al caso porque la respuesta de las personas custodiadas (en el argot de la seguridad se le denomina “principal”) siempre es idéntica a la de sus escoltas y en este caso fue totalmente diferente, por eso es digna de contarse en este espacio.

La razón por la cual los “muchachos” facilitaron la revisión de sus armas tal vez nunca la sepamos, pero sí nos la podemos imaginar, se hacía tarde para el show y la casa pierde. Una pista para saber de quien se trataba quizá habría que irla a buscar a la isla que gobernó por décadas el Comandante Fidel Castro.

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