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Cultura para mortales

Lunes, 31 Marzo 2014 23:24
Sarah Banderas

A cien años del nacimiento de nuestro Nobel

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El sábado 8 de diciembre de 1990 el mexicano Octavio Paz recibía el Premio Nobel de Literatura, primero y único hasta ahora, que distingue a las letras en nuestro país.

En su discurso de recepción el dramaturgo reconocía la originalidad de la literatura latinoamericana, producto en gran parte, de la influencia cultural de las civilizaciones prehispánicas que le imprimieron una identidad propia:

“Los españoles encontraron en México no sólo una geografía sino una historia. Esa historia está viva todavía: no es un pasado sino un presente. El México precolombino, con sus templos y sus dioses es un montón de ruinas pero el espíritu que animó ese mundo no ha muerto… Ser escritor mexicano significa oír lo que nos dice ese presente - esa presencia. Oírla, hablar con ella, descifrarla: decirla...”

Buena parte de su obra está dedicada a indagar nuestro pasado, a desentrañar nuestra herencia para plasmar con honestidad lo que hoy somos, con todo y nuestras abismales diferencias que nos identifican; con todo y nuestras incontables fiestas patrias y no patrias. El libro El laberinto de la soledad (1963) -calificado de existencialista en su época-, da cuenta del “ser mexicano” cuya identidad se define simple y sencillamente con la palabra “chingada”. Ese ser mexicano está atado al tiempo, a su pasado que aun late en su presente:

Oh vida por vivir y ya vivida,

Tiempo que envuelve en una marejada

Y se retira sin volver el rostro,

Lo que pasó no fue pero está siendo

Y silenciosamente desemboca

En otro instante que se desvanece

(Fragmento de “Piedra de sol”, 1957)

 

Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914 y murió el 19 de abril de 1998. Además de escritor, fungió como diplomático en Francia, Japón e India. De este último renunció a su cargo a causa de la actuación del gobierno en la Plaza de las Tres Culturas en 1968.

Marcado profundamente por la Revolución Mexicana, -pues su padre, periodista, fue un agente del zapatismo que en ocasiones le encargaba transcribir sus artículos debido a su alcoholismo-, fue un escritor que no escapó a los vaivenes ideológicos, a pesar de proclamarse a favor de la neutralidad política.

En sus primeros años se inclinó por la izquierda pero se enfrentó al desencanto de la dictadura estalinista. Posteriormente abogó por la democracia y la libertad, pero al final se sumió en una fase oscura de apoyo al discurso oficial y de complicidad con los gobiernos de Salinas y Zedillo.

Es famoso su enfrentamiento con Vargas Llosa en aquél célebre encuentro de intelectuales donde el peruano lanzó su memorable “dictadura perfecta” y Paz intentó rescatar la invisible democratización del país:

Octavio Paz se retuerce en su asiento al escuchar la voz que sentencia “México tiene todas las características de una dictadura”. Abre desmesuradamente los ojos, suspira, juega con sus audífonos, toma notas, se acomoda la corbata, se muerde las uñas. “La dictadura ha reclutado eficientemente al medio intelectual, sobornándolo a través de nombramientos, cargos públicos…”, continúa atizando el peruano, mientras es inocultable la molestia creciente del mexicano.

Inmediatamente Paz replica “me gustaría hacer una pequeña rectificación, yo hablé de sistema hegemónico de dominación, porque yo como escritor y como intelectual, prefiero la precisión, no se puede hablar de dictadura… hemos tenido un sistema de dominación hegemónica de un partido eso no es ni dictablanda, ni dictadura, es un sistema peculiar…”.

De ahí las innumerables críticas que cuestionaron su trabajo intelectual, denostando su invaluable legado a las letras de nuestro país.

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe

Este ensayo de Octavio Paz tiene como misión descifrar la vida, obra y pensamiento de la más grande escritora que ha dado nuestro país: Sor Juana Inés de la Cruz y su pasión por las letras que fueron su perdición.

Cada párrafo, cada cita, cada dato histórico que presenta Paz está soportado por tres o cuatro párrafos más llenos a su vez de citas y datos históricos, convirtiéndolo así en un profundísimo estudio de la Décima Musa.

Paz trata de desentrañar el trágico fin de Sor Juana producto de su talento, de sus letras, de sus innumerables estudios, en pocas palabras de su “oposición entre la vida intelectual y la conventual”, pero sobre todo, de su condición de mujer. Paz concluye que “los poderes que la destrozaron fueron los mismos que ella había servido y alabado”.

Sin duda un extenso y bien armado ensayo que se detiene en el análisis del contexto de la época: la sociedad, las clases, la literatura, la familia y todo aquello que influenció la obra de Sor Juana Inés de la Cruz.

…Entonces

Está por demás decir que hay que leer a nuestro Nobel de Literatura. La distancia de su muerte nos permite tener un ojo más crítico y menos influenciable.

By the way…

De esas casualidades fatales, un día antes del Centenario del nacimiento de su padre, muere Helena Paz Garro a sus 74 años de edad. Seguramente hubiera sido una delicia para el gobierno contar con ella en los múltiples eventos dedicados a Octavio Paz.