Si algo es claro, es que la fotografía es una ventana a la memoria, la cual se plasma para dejar registro, así como aquel que borda su destino a través de una red de hilos volviéndose parte de un todo.
Mal de Amores, es un fotógrafo mexicano el cual está totalmente inmerso en las comunidades indígenas, no solo de Puebla sino también del país. Sin embargo, esta vez nos presenta uno de sus registros intervenidos por la mano certera de ABRIL, una artista del bordado.
La exposición dio inicio a las seis de la tarde de este sábado 17 de junio del año en curso, en El Mictlán, un centro cultural-pulquería, ubicado en el sur de la ciudad, frente a la estación periférica de la línea dos del RUTA.
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La puesta en escena cuenta con diferentes fotografías, las cuales han sido el profundo vínculo que tiene Mal de Amores, con los municipios de Tlaxcalancingo y Cuetzalan. La intención principal de este artista poblano es dejar registro de las tradiciones, en sus palabras, dijo:
Quiero visibilizar todo aquello que la modernidad se está llevando, las tradiciones, la vestimenta, las labores cotidianas, incluso hasta la lengua.”
La labor del fotógrafo es concienciar a las personas a través de su lente. Por eso busca espacios alternativos a las instituciones para realizar sus exposiciones itinerantes. Sobre todo, que haya acceso a todo público.
Cada fotografía cuenta una historia, Mal de Amores confiesa que una de sus fotos más queridas es aquella donde están dos abuelitas en una tumba. En realidad, se trata de una amistad, donde eran tres, pero, ni la muerte dejó que ellas se siguieran reuniendo.
“El camino” Tejiendo historias, es tan solo una pequeña muestra del vasto trabajo que Mal de Amores ha realizado. Él comenzó en radios comunitarias y así fue creando lazos, vínculos para poder crecer como fotógrafo, pero también como una persona consciente de su entorno, alguien que utiliza la memoria como punto de referencia.
Finalmente, para acompañar esta exposición de la Sierra Nororiental, estará una banda de Huapangos llamada XinachTrio, provenientes de San Miguel Tsinacapan, en Cuetzalan. De modo que una vez se reafirma más el amor hacia las raíces mexicanas que Mal de Amores plasma en su óptica.
Con información de Betsie Bandala Benavides
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