No amigos. Mi intención no es comparar una con otra tragedia. Las dos al final de cuentas son tragedias y hablamos de pérdidas de niños y migrantes.
Más bien, quiero hacer énfasis en las incongruencias de López Obrador y sus discursos que solo evidencían su verdadera personalidad. Él se ha metido en camisa de once varas.
Todavía en 2022, López Obrador habló del caso de la Guardería ABC. Criticó el asunto, el operativo para ocultarlo y calificó a los funcionarios que estuvieron de tras de la tragedia como aberrantes y de vergüenza para el país.
Y aquí hago una acotación. Felipe Calderón me cae mal, no solo eso, le tengo cierto odio y rencor por dejar a mi familia sin trabajo en aquel octubre de 2009. Sí, ya saben a qué hecho me refiero y es una fuerte razón para jamás simpatizar con él.
Sin embargo, creo que hay que ser justos y bien dice ese refrán que señala que “Por la boca muere el pez” o más bien “El que a hierro mata, a hierro muere”. Pues López Obrador usó una y otra vez el tema de la Guardería ABC.
Ha lucrado una y otra vez con él la tragedia de los niños. Pero jamás se imaginó que tendría su propia tragedia. Treinta y nueve migrantes muertos en un “albergue” de Ciudad Juárez. Por supuesto, el tema ahora es un escándalo internacional.
Y a López Obrador no le interesa el caso por su gran corazón, por su humanismo, por su corazón progresista y de derechos humanos. Le interesa porque una vez más ha sido exhibido por un tema que no le interesa y que ha minimizado.
Por esa razón, ya se movilizó a todo el gobierno federal, ya se encontraron a los culpables y ya habrá justicia. Pero no le interesan las muertes, le interesa no quedar ante el mundo como un autoritario.
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