19 de Abril del 2024

Los Dos Caminos

Por Ricardo Gali / /

 Inden interior SeamosClaros

Desde hace un par de semanas, la sociedad civil se dio a la tarea de llenar el vacío de liderazgo que dejó el Gobierno, por la falta de acciones ante la inminencia de la epidemia que se acercaba a nuestro país. Universidades y empresas empezaron a tomar medidas para evitar la propagación del coronavirus (Covid-19) en sus respectivas esferas de colaboración.

Conforme la epidemia fue avanzando en nuestro territorio, la narrativa presidencial se vio obligada a cambiar drásticamente, pasamos de un presidente que negaba el peligro, a uno pidiéndole a la población no salir de sus casas (aunque él seguía haciendo giras por todo el país). Posteriormente, el pasado 30 de marzo se publicó el decreto por parte del Consejo de Salubridad, declarando emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor y, en consecuencia, la Secretaría de Salud emitió al día siguiente un segundo decreto dictando medidas extraordinarias que incluyen la suspensión por 1 mes de las actividades consideradas como “no esenciales”. Esta medida busca que los ciudadanos nos quedemos en nuestros hogares y así lograr aplanar la curva de contagios. De no lograrse, dicha curva podría terminar por colapsar nuestro de por sí ya rebasado sistema de salud pública.

Sin embargo, los decretos son tramposos y esconden un perverso interés; dejar en la incertidumbre a la mayoría de los empresarios de nuestro país, pues al declarar emergencia sanitaria por causa de fuerza mayor en lugar de contingencia sanitaria, busca sembrar discordia entre patrones y empleados, ya que, a sabiendas de los obstáculos que presenta la situación económica, la propuesta del Gobierno es parar las actividades, que se sigan pagando sueldos completos, sin ofrecer ninguna clase de facilidades o estímulos fiscales.

El Gobierno no quiere poner de su parte para amortiguar la crisis y tampoco quiere cargar con el costo político que implicará el incremento del desempleo, por lo que pretende pintar nuevamente a la iniciativa privada como el malo de la historia y buscará señalarla como los culpables de la crisis. Esto es un claro intento por destruir la libre empresa en nuestro país y como ocurre en los países dictatoriales, posterior a la quiebra buscarán hacerse de los medios de producción abandonados por la iniciativa privada y controlar desde esa esfera al electorado.

Como señaló el pasado 29 de marzo en su conferencia de prensa el Dr. López-Gatell, la cuarentena es necesaria y es nuestra última oportunidad, sin embargo, debe ir acompañada de una política pública nacional integral, que permita a los mexicanos no tener que decidir entre la salud y la supervivencia por motivos económicos, y que a su vez permita la recuperación de la economía, sin cargarle la mano a quienes generan los empleos en el país.

A pesar de la insistencia de la iniciativa privada de generar un plan económico y fiscal, que permita subsistir a las pequeñas, medianas, grandes empresas e inclusive al sector informal, la postura del ejecutivo federal, sigue siendo negativa, argumentando que se centrará en las necesidades de los más pobres, olvidando que fue electo presidente de todos los mexicanos; pero sobre todo, nuestro presidente en una constante negación de la realidad, sigue sin entender que las empresas en México generan 8 de cada 10 empleos y que si éstas no logran salir adelante la pobreza empeorará y como siempre serán los más desprotegidos quienes terminarán por ser los más afectados.

En Palacio Nacional tenemos un presidente a quien le ha quedado grande la encomienda y que día con día defrauda la esperanza de cambio que en su momento representó; un presidente que en sus decisiones demuestra que nunca en su vida se ha visto en la necesidad de emprender un negocio, ya que, desconoce el esfuerzo, trabajo y dedicación que se requiere para iniciar, operar y mantener una empresa en México.

Frente a esta falta de visión de largo plazo, los mexicanos tenemos que aprovechar esta coyuntura para reflexionar en qué clase de país queremos vivir, si queremos seguir siendo un país a medias, autoritario, sin libertad, donde la brecha de desigualdad siga creciendo, donde el gobernante en turno hace y deshace sin importarle el Estado de Derecho, o si queremos avanzar y convertirnos en un país moderno con oportunidades para todos, donde la libertad sea el cimiento principal con el que se rijan todas nuestras actividades, donde lograr nuestros sueños y aspiraciones sea posible.

Ante las grandes contradicciones sociales en las que vivimos, la pandemia nos ha agendado una cita con la historia, nos hace un llamado a la conciencia y nos recuerda cuan vulnerables somos y cuan necesaria es nuestra colaboración. Los ciudadanos tendremos dos caminos, subirnos al barco que se hunde de un presidente que insiste en polarizar y menospreciar a quienes también son sus gobernados u optar por la reconciliación de nuestro país, recuperar la agenda pública, apostar por la cooperación solidaria entre nosotros y fundamentalmente con los más desprotegidos de nuestra sociedad, trazando así el camino para alcanzar el México que queremos, un México, justo, libre y próspero. Un México de Oportunidades.

           

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