25 de Abril del 2024

Al Diablo con las Instituciones

Por Ricardo Gali / /

Inden interior SeamosClaros

Desde que perdió la presidencia en 2006, a López Obrador se le ha calificado como un hombre incapaz de ceñirse a las reglas del juego cuando no le favorecen, esto le ha generado múltiples señalamientos de ser una persona autoritaria y poco tolerante con las voces que difieren con su visión de país, sin embargo, en su defensa, siempre ha manifestado que no es así, sino que es un demócrata respetuoso de las leyes.

A las palabras del presidente les aplica perfectamente el refrán mexicano que dice que: “del dicho al hecho hay mucho trecho”, ya que, desde que tomó posesión como presidente de la República, dando inicio a lo que el mismo ha denominado como la cuarta transformación de la vida pública de México, no ha transcurrido un solo día sin que haya demostrado un desprecio total por aquellas instituciones que han permitido a nuestro país, avanzar en el camino para convertirse en un Estado democrático moderno y que a su vez le permitieron llegar a la Presidencia.

La actual administración ha dejado claro en repetidas ocasiones que no le gustan los contrapesos, y como consecuencia, ha atacado y vulnerado todo el sistema institucional que tantos años costó formalizar. El presidente quiere eliminar esas instituciones creadas en favor de los mexicanos, para sustituirles por instituciones que sirvan a intereses particulares. El nuevo gobierno no quiere instituciones que le sirvan a todos y que alcen la mano cuando las cosas no están funcionando o salgan mal; su objetivo es que las instituciones que deberían vigilar sus acciones, lo promuevan y apoyen pese a los deficientes resultados de su proyecto.

Al día de hoy el presidente a desparecido a 10 instituciones y ha hecho hasta lo imposible para ahorcar a decenas a través de la reducción de su presupuesto, donde para el caso de aquellas que gozan de autonomía constitucional se les ha reducido hasta en un 21%, mientras que al resto que no gozan de dicha autonomía con el pretexto del coronavirus, se les han aplicado recortes extraordinarios de hasta el 75%, ya que, desde la visión del presidente son corruptas y forman parte del antiguo régimen “neoliberal”, ocultando bajo dicho argumento, el verdadero objetivo de debilitarlas para que sean un contrapeso menos efectivo.

La cruzada contra las instituciones del Estado mexicano impulsadas por el ejecutivo federal y auspiciada por los legisladores de Morena y aliados, debe ser considerada por los ciudadanos como un ataque frontal a nuestro patrimonio democrático, ya que, es gracias a estas instituciones que los ciudadanos podemos aspirar y ejercer efectivamente nuestros derechos. Al eliminarlas o disminuirlas, la persona que ostenta el poder sin contrapesos, puede imponer su voluntad y afectar el funcionamiento de la democracia y con ello las libertades de los ciudadanos.

Lo que está ocurriendo en nuestro país es un claro retroceso, considerando que las instituciones se han creado bajo un largo proceso de lucha, que ha perseguido limitar la actuación metaconstitucional que tenía el presidente en el régimen priista, que gobernó nuestro país con una democracia simulada durante cerca de 70 años.

Los mexicanos, nos encontramos en una batalla sin precedentes que versa sobre quién se queda las instituciones, donde quienes hoy gobiernan el país, olvidan que las instituciones deben perdurar y trascender, ya que, los que hoy están en el poder, el día de mañana regresarán a ser ciudadanos, que deberían aspirar a que dichas instituciones les respondan de forma efectiva, sin embargo, bajo el camino tomado esto no ocurrirá.

Los ciudadanos no podemos permitir que el desprecio por la técnica del actual gobierno, siga pasándole factura a nuestras instituciones, debemos de impedir a toda costa la imposición de funcionarios incapaces en los órganos regulatorios. El presidente debe recordar lo aprendido durante sus largos catorce semestres en la facultad de Ciencia Políticas de la UNAM, las instituciones son esenciales, pues gracias a ellas es que es que el Estado puede funcionar y que estas deben de actuar en todo momento bajo las leyes y para servir al ciudadano; NO bajo la consigna política que estime conveniente el gobernante en turno.

Para evitar que esto siga ocurriendo, es urgente que los ciudadanos y los partidos en la oposición (que al parecer siguen en nocaut técnico), aguanten los embates e impidan el debilitamiento institucional, para posteriormente, priorizar la instauración de un modelo de gobierno permanente como ocurre en democracias más avanzadas, con el objetivo de generar un servicio público de carrera, que permita a las instituciones seguir funcionando con normalidad y eficiencia y no sea desmantelado de la noche a la mañana por el gobernante que triunfe en las elecciones.

Lo anterior permitiría que los que ocupen las posiciones de contrapeso, no estén sujetos a la premisa que rige al gobierno de la cuarta transformación, que pretende que aquellos que ocupen las posiciones de mayor responsabilidad, sean fieles lacayos de la voluntad presidencial, ya sea por miedo o por lealtad. De no hacerse así, estaremos privados de tener a los funcionarios más competentes en el servicio público, pues basándonos en los parámetros del actual gobierno, lo que importa es tener a funcionarios afines para lograr los cometidos presidenciales, sin importar si cuentan o no, con los conocimientos necesarios para ocupar el rol que les fue encomendado.

Si bien el presidente gano legítimamente las elecciones, este no debe de confundir esa legitimidad como un derecho para socavar las instituciones que definen las reglas bajo las cuales se puede acceder y se debe ejercer el poder, es decir, no se le debe permitir pulverizar aquellos órganos que fungen de contrapeso y que permiten a su vez que en la toma decisiones verdaderamente se beneficie a la ciudadanía.

La democracia de nuestro país está en riesgo de convertirse en una dictadura, si queremos evitarlo, los ciudadanos debemos de razonar nuestro voto en las elecciones de 2021 y evitar que la consigna de “al diablo con las instituciones” se vuela una realidad que sepulte nuestra aspiración de vivir en un México democrático y de libertades.

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