26 de Abril del 2024

Acciones ordinariamente positivas (Parte II y última)

Por Rolando Ochoa Cáceres / /
Acciones ordinariamente positivas (Parte II y última)
Foto: Especial

panza identifi

SIEMPRE SÉ RESPETUOSO. Este país ya se nos fue de las manos. Se ha convertido en un infierno y parece ser que todo, absolutamente todo, está carente de cualquier signo de respeto o de educación. Con sólo mirar todo aquello que se produce y reproduce en redes sociales uno puede avizorar una sociedad en pleno decaimiento, en un descenso de cualquier sentido humanista. Siempre he dicho que para que todo funcione de manera tranquila y positiva el respeto DEBE SER primordial. Tratarnos con respeto no debería exigir mucho pero vaya que es un gran conflicto. No es un tema que tenga que ver con algún tipo de conservadurismo. Es un tema que tiene que ver con lo ético y lo moral. En algún trabajo que tuve supe que al jefe le encantaba golpearse con los empleados. Los molestaba a tal grado de exacerbarlos y los orillaba a la violencia. Claro que salí corriendo de dicho lugar con una experiencia demasiado amarga. Ahora veo que esta es una sociedad incapaz de apoyarse porque el beneficiado casi nunca agradece o ve todo como si fuera una obligación. Ahora veo una sociedad que aplasta al otro hasta liquidarlo. Ahora veo una sociedad llena de gente que se aprovecha y que piensa que es necesario arruinar al otro para tener victorias. ¿Es neta que tu victoria es hacer que corran a tu compañero de trabajo? ¿Es neta que tu victoria es golpear a un hombre o a una mujer para demostrar tu supuesta supremacía? ¿Es neta que para saberte muy poderoso tengas que violentar a quien te respeta y te valora? ¿Es neta que la frase “el que no transa no avanza” es el mantra de tu vida? Cuando esta sociedad se incline en favorecer el respeto será cuando de verdad se avizore un cambio, mientras tanto, no puedo hacerme muchas ilusiones.

AYUDAR ES GRATIS. Hace mucho discutí con un conocido. La discusión giraba en torno al por qué yo daba monedas a las personas de la calle. Él decía que era yo partícipe del ambiente parasitario de las personas en situación de calle. Decía que favorecía la “huevonería”. Decía que mantenía, incluso, la borrachera de ellos. Siendo él médico me quedé sin habla. Alguien que debía de tener una consideración mayor, sumamente empática ,se expresaba de personas en situación de calle de esa manera. Claro que a mucha gente le cuesta ayudar, le cuesta apoyar y prefieren juzgar. No estamos obligados a ayudarnos pero sí estamos obligados a ser empáticos y tener buenas voluntades con los demás en la medida de nuestras posibilidades. Un buen amigo a quien aprecio demasiado viaja por todo el mundo generando apoyos para personas de escasos recursos, para personas que en realidad lo han perdido todo. No únicamente ha estado en Latinoamérica, ahora se encuentra en el medio Oriente apostándole al cambio, al amor desde la ayuda y cada vez que veo sus logros se llenan los ojos de lágrimas. Es increíble lo que uno puede lograr con sólo tender una mano. Alguna vez leí que ayudar es envalentonar tu clase y tu posición social y eso se me hace una reverenda tontería. Algo que me gusta del budismo es que dice algo así como la religión no es un templo, la religión son tus actos diarios. Uno no tiene ni la menor idea del cambio que se puede hacer desde una moneda, desde una botella de agua, desde un chocolate, hasta de una recomendación de empleo, de un buen consejo, de un abrazo.

TU CELULAR NO ES TU VIDA. Uno puede decir que esto es una tontería y que qué tiene que ver. Les cuento que actualmente este tema es demasiado preocupante no únicamente por la dependencia (ya se considera vicio) sino también por la insensibilización que genera. Todo lo que se observa en la pantalla del celular (o en la computadora pero cargar con el celular es más ligero y accesible) da una mezcla insospechada de emociones que nuestro cerebro, por la rapidez, no comprende demasiado. En diez segundos puedes recorrer todos los estados de ánimo habidos y por haber y el cerebro no entiende ni qué rayos estás viendo. Mucha gente al despertar lo primero que hace es consultar Facebook y ¡boom! Aparecen en 10 segundos imágenes de asesinatos, recetas de cocina, Freddie Mercury, un meme de los Simpson, una reflexión espiritual y la foto de tu novio o tu crush. Si esta ilación de imágenes no tiene sentido ahorita que lo lees imagina cuando lo ves en la pantalla de tu celular desde que despiertas. Muchas veces he escuchado ¡en mi celular está mi vida! ¿qué, es en serio? E incluso la gente mata (literal) por un celular. Hasta en el teléfono celular se ha depositado la clase económica y social a la que pertenece uno. ¿Es en serio? Suelo ir entre semana a desayunar con mi papá a un café que nos gusta mucho y créanme que es desolador lo que se observa. Las personas, agachadas, comen y beben sin apartar los ojos del celular. ¿Convivir? He visto parejas que cargan con sus audífonos y ambos no platican, cada quien en su celular con sus audífonos disponen su convivencia en ese hábito. Mientras hay personas que no pueden ver el mundo hay quienes pierden todo un día viendo una pantalla que no genera mas que angustia y dependencia.

HAZ EJERCICIO (Y EVITA CARGAR CON DISPOSITIVOS O REPRODUCTORES DE MÚSICA). No, tampoco se trata de corras maratones todo el tiempo y demuestres que sí eres deportista y que te preocupa demasiado tu cuerpo y pongas en tus redes sociales que el ejercicio lo es todo y salgas con tu playera de exquisito o mostrando tu conejo sangrón. Existimos a los que no nos gusta hacer ejercicio. En mi caso ni me gusta ni puedo porque me lleno de hernias. Sin embargo, intento compensarlo con largas caminatas. Evito llevarme el teléfono y también evito cargar con cualquier reproductor de música. ¿Por qué? Si al caminar me pongo audífonos no únicamente me pongo en alto riesgo de sufrir algún percance o accidente sino que, en realidad, me prohíbo los sonidos de la vida. Cuando comencé a caminar sin ningún dispositivo aprecié hasta los sonidos del transporte público y, aunque no se crea, el sonido de cada automóvil, de las pisadas de los transeúntes, de las caminatas de los perritos, el canto de los pajaritos (que cada vez escucho menos) y hasta la rodada de una bicicleta me resultan sumamente placenteros. Hacer ejercicio ¡claro que es positivo y genial! Siempre y cuando lo disfrutes y convivas con el mundo que te rodea. Tengo conocidos que me dicen que hacen muchísimo ejercicio para verse bien y cuando me preguntan salgo con mi frase dominguera que tanto me gusta “yo camino para sentirme bien” y eso, créanme, marca una gran diferencia.

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