América Rosas Tapia anda como pavorreal, se siente la última Coca-Cola del desierto y piensa que nadie la merece, la soberbia ya es su principal compañera y la sigue a todos lados, como su sombra, ya es inherente a su alma.
Pero eso no piensa su jefazo, el gobernador Miguel Barbosa que la trae entre ceja y ceja, ya no ve la forma de correrla de la Secretaría de Igualdad Sustantiva porque no está dando los resultados que esperaba; ahora a nuestro góber ya le llegó el arrepentimiento por haberla designado en esa posición.
Y es que América Rosas Tapia no quiere hacer equipo con las mujeres, parece que ni las quiere o que son sus principales enemigas.
Sí, se me hace que las detesta, no hay nada de empatía de su parte hacia ellas. Es más, ni con sus propias colaboradoras.
Una muestra de ello se dio en el Foro de Justicia Social “El derecho que todas tenemos” que se realizó el pasado viernes 25 de noviembre en el marco del “Día Internacional de la lucha para la eliminación de la violencia en contra de la mujer”, donde hizo a un lado a las 21 mujeres diputadas del Congreso del Estado de Puebla.
A ninguna de ellas, ni siquiera a Nora Merino Escamilla, la sentó en el estrado principal en su calidad de presidenta de la Comisión de Género del Poder Legislativo.
Qué decir de su hermana la diputada Azucena Rosas Tapia, quien también se desempeña como vocal en la referida comisión legislativa. Ni la peló. ¿Qué pasó ahí?
Si así trata a su hermana, no me quiero imaginar cómo trata a las demás mujeres y a su equipo en la dependencia. Dicen las malas lenguas que también las trata con la punta de su zapatilla.
Me queda muy claro que para América Rosas las diputadas son una pipitilla.
Esta funcionaria debe poner los pies en la tierra y entender que el cargo no es para siempre, pero sobre todo, que en esta lucha para defender e impulsar los derechos de las mujeres, tiene que hacer equipo y no sentirse la estrella del momento o la “yo-yo”, aunque para ser una estrella le falta muchísimo, pero muchísima luz.
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