Jose Francisco Baeza Vega

Posted inHistorias de cronopios y famas

José Francisco Baeza

La izquierda, a través del tiempo 

Inevitablemente, hablar de la derecha y la izquierda nos remonta a los días de la Revolución francesa; en concreto, nos traslada al Hotel des Menus Plaisirs, en París, el 4 de septiembre de 1789, fecha en que los diputados integrantes de la Asamblea Nacional Constituyente debieron resolver la cuestión sobre el veto regio sometida a su consideración por Cleremont-Tonnerre, un aristócrata que, entonces, fungía como presidente de la Asamblea y que poco después se precipitaría de una azotea directo a las horquetas herrumbrosas de una turba iracunda. 

La opinión general es que la derecha y la izquierda surgieron súbitamente en el transcurso de esa jornada histórica, conformándose a partir de la colocación de los asambleístas a la diestra o a la siniestra del presidente según si votaban a favor o en contra de otorgarle al rey derecho de veto sobre sus futuras resoluciones. Al finalizar aquel grotesco baile de perruqués, los primeros quedarían permanentemente asociados con los valores de la nobleza y del clero, y los segundos, con los de la plebe. 

Aquellos hechos desencadenarían el desmantelamiento del antiguo orden feudal y propiciarían uno nuevo—a la sazón, más injusto—, el burgués, que simplemente substituiría una estructura de poder por otra—el Estado, por el mercado; el rey, por el patrón; la religión estatal, por la hegemonía cultural burguesa—, de tal suerte que la esencia de la relación entre la derecha y la izquierda quedaría intacta, identificándose la primera, con los propietarios de los grandes medios de producción y la segunda, con los desposeídos, es decir, con quienes dependen de la venta de su fuerza de trabajo para subsistir. Hasta aquí, todo bien… 

A la vuelta de los siglos, observamos, sin embargo, que estas nociones han envejecido de distinta manera, manteniendo cierta capacidad de cohesión, una y disgregándose, la otra (Bueno, 2021). En lo que toca a la izquierda, el sujeto social al que representaba originalmente—el proletariado, el cual todavía no sabemos si existe per sé o existe solo cuando tiene conciencia de que existe—ha experimentado una transformación kafkiana: debido a la diversificación del trabajo, el estereotipo del obrero varón, de barba rala y cuello azul ha despertado convertido en una ralea heterogénea que incluye a burócratas, a socios conductores de Uber y a Kylian Mbappé, y a todos los demás generadores de riqueza, cada cual con sus propios asegunes. 

La dispersión de la clase obrera, la cual era el bastión político-electoral natural de la izquierda, me parece, la ha obligado a ampliar su oferta mediante la inclusión de muchísimas otras causas que lo único que tienen en común entre sí es su oposición al statu quo; de tal suerte, desde el boom de las luchas específicas del 68 han caído en nuestra hucha lo mismo ambientalistas, feministas y partidarios de la Juana que los LGTBistas, los migracionistas y los islamistas que muy progres, no son que estos días celebran su apogeo encaramados a la Marianne. 

Al abandonar la aspiración de asaltar los cielos para abanderar reivindicaciones particularísimas, pienso, la izquierda se deja ir como gorda en tobogán por un camino lleno de contradicciones.

¡En tales condiciones, ay, solo podrá aspirar ser un eficiente receptor del popurrí de descontentos sociales! 

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Jose Francisco Baeza Vega

José Francisco Baeza

José Francisco Baeza Vega, politólogo, militante de MORENA, exregidor del H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla.