Armenta vs Piña y el arrastre no solicitado

Ya saben que yo soy medio vulgarcito.

Y hay un dicho dicharachero que reza: “Guagüis no pedido, no es agradecido”.

Esto aplica también a esos pleitos en los que a uno no le llaman. Broncas que nadie solicitó echarse encima y enemigos de a gratis que uno cosecha por andar de “quedabien”.

Ya en cabeza fría, el pleito entre la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña Hernández y el senador de Morena, Alejandro Armenta Mier, se vio muy de a gratis.

Muy de okis”, diría la chaviza.

Más allá de que los mensajes enviados el 16 de mayo de Norma Piña al presidente del Senado, Alejandro Armenta, está el despropósito de la iniciativa del poblano.

Porque el origen de este affair surge tras la iniciativa para modificar la forma de elección de los ministros de la SCJN a través del voto popular.

Una iniciativa que en sí es un despropósito y que pocos realmente notaron como seria.

Más allá de la falta de formas tanto de Piña como de Armenta, hay un tema. El ánimo del senador para ser visto por Andrés Manuel López Obrador.

Y de todo, es de todo. Incluidas propuestas incoherentes como la propuesta de la elección vía voto popular de los ministros.

El desencuentro de la ministra y el senador sólo exhibió algo en lo que anda bien manco el oriundo de Acatzingo.

Y eso es la relación que tiene con Andrés Manuel López Obrador.

Armenta, de unas semanas para acá, se ha convertido en ese niño que exige la atención de su papá y hace de todo para ser validado.

No sólo es evidente que le urge ser volteado a ver por el presidente de la República.

A Armenta le pesa ese frío desde la silla presidencial que ni lo topa ni lo fuma ni lo apapacha esperando la señal de que será el candidato de Morena a la gubernatura.

Tras el pleito con la ministra, Armenta salió a todos lados –en su mayoría medios nacionales– a decir que en esta diatriba salió a “defender la inviolabilidad del Poder Legislativo”.

Pero eso nadie se lo cree.

El pleito con Norma Piña se traduce más bien en buscar que el máximo jefe político de Morena, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, lo vea por fin como un candidato real a la gubernatura de Puebla.

Acá la pregunta sería si AMLO ya olvidó que Alejandro Armenta Mier estuvo en la trinchera opuesta en procesos electorales pasados.

En su más reciente visita a Puebla, López Obrador subrayó que no olvidaba que en el fraude en su contra, Mario Marín Torres apoyó a Felipe Calderón Hinojosa.

¿Y quién andaba muy de la mano de Mario Marín en esos tiempos?

Pues Alejandro Armenta Mier.

Al actuar recurrente por llamar la atención del presidente, se nota cada vez más desesperado un Armenta Mier.

Y la única respuesta que tuvo de López Obrador no fue la mejor. El presidente recomendó en un tono no muy agradable que Armenta no entrara en un terreno legal de denuncia en contra de la ministra.

Le corrigió la plana al senador para no llevar más allá este pleito.

Actualmente, Armenta es presidente de la mesa directiva del Senado de la República en la LXV legislatura del Congreso de la Unión.

Se le acaba en septiembre. Y por mucho que las encuestas lo pongan de puntero siempre sabremos de dónde viene la definición.

No está de más recordar que Armenta fue electo con el menor número de votos posibles en el Senado. Su llegada al puesto no fue una andanada política, no fue un juego de apoyo entre los grupos, no llegó con la complicidad de distintos partidos. Más bien, vino de otro dedo, el de Ricardo Monreal.

El pleito Piña-Armenta entonces cobra otro sentido. Y veremos cuánto en realidad ganó con esta bronca gratuita y la guerra que inició si jamás se la pidió el líder de 4T.

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Edmundo Velázquez

Edmundo Velázquez

Es egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y cursó la maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos...