El elefante blanco y su amigo “el oso”

El término “Elefante Blanco” es conocido para la mayoría de las personas, muchas veces lo aplicamos a obras de gobierno inconclusas o que no funcionaron como se esperaba; sin embargo, esta expresión tiene un origen poco conocido, así como también su alcance, pues no siempre “se aplica” al gobierno.

El elefante blanco es un animal poco común al que se le conoce también como “albino”, su piel no es totalmente blanca, sino gris claro. Estos exóticos elefantes son oriundos de Tailandia (antigua Siam), en donde se considera al elefante blanco como un animal sagrado y símbolo de la realeza. Según la tradición de aquella región, cuantos más de estos animales tuviera un rey, más alto sería su estatus. En algunas ocasiones, estos elefantes también tenían un uso de “venganza” política, cuando algún subalterno o ciudadano común no era del agrado del rey, este le regalaba un elefante blanco, al recibirlo, no podía deshacerse de él (por ser “sagrado”), ni sacar algún provecho o ganancia, así que una vez que lo tenían, se veían obligados a invertir mucho dinero en su manutención, ocasionando que el nuevo dueño terminará económicamente desgastado.

Por eso, cuando algún gobierno (de cualquier nivel), realiza alguna obra que queda inconclusa o que no  funcionó como se esperaba, se “convierte” en un elefante blanco…  También puede abarcar a programas, servicios o proyectos administrativos de gobierno, que se implementan mal o que carecen de eficacia ¡todo esto con nuestros impuestos! Cuando el gobernante se disfraza de empresario.

Al llegar hasta aquí seguramente se preguntará ¿y dónde queda “el oso” ?, pues esa expresión es aún más conocida, generalmente decimos ¡que oso! o ¡hacer el oso!, para describir una situación de pena ajena, y equivale a “¡Qué vergüenza!”. La frase proviene de los osos que eran presentados en la vía pública y circos, como acto de exhibición. Estos actos se realizaban desde la edad media y provocaban muchas risas, pues estos animales son torpes para realizar bailes y además se presentaban vestidos de forma graciosa; esto provocaba mucha vergüenza ajena, ocasionando más adelante, que se designara así a la persona u organización que hacía el ridículo.

Ejemplos recientes de esta triste combinación, son la del senador Ricardo Monreal, que compro libros de su auditoría (a nombre del senado) a sobreprecio y con firmas falsas; también está el caso de Sandra Cuevas, alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc, que enfrentó “una guerra” con la jefa de gobierno, usando dinero público y un pésimo manejo de imagen. Ambas situaciones, reflejan que hicieron el Oso y Elefante Blanco perfectos, convirtiéndolos en “cadáveres políticos”.

Con todo lo anterior, no solo el gobierno es “merecedor” de semejantes calificativos, también las empresas del sector privado (de servicios o manufactureras) llegan a cometer estas fallas, solo que, a diferencia del gobierno, las pérdidas económicas recaen en los dueños o accionistas de estas empresas, en donde estos elefantes blancos y sus respectivos “osos”, rara vez salen a luz pública; por ejemplo, grandes empresas como Ford y Coca Cola no pudieron ocultar sus errores de gran magnitud, si siente morbo por conocer los detalles, aquí los puede encontrar:El pueblo que Henry Ford fundó en la selva de Brasil y que quedó en el olvido.

Si bien estos casos fueron muy visibles, varias empresas “mantienen” su elefante blanco sin poder deshacerse de ellos, tales como maquinarias y equipos que no funcionaron como se esperaba, obscenas cantidades materia prima mal adquirida (que no pudieron utilizar), sofisticados softwares que no se aprovechan al máximo, capacitación mal administrada, sistemas de calidad solo como “adorno”, ambiente laboral tóxico, y otros detalles que mejor ya no mencionaremos, no sea que brote una raíz de amargura y se contagie el lector también.

En conclusión, muchos de los elefantes blancos que tienen las empresas, pueden ser reducidos e incluso eliminados, PERO, gran parte depende del tipo de personas que los dueños o accionistas dejan a cargo de sus empresas, y precisamente, esta columna ha hecho esos señalamientos, que tanto daño hacen a las personas que laboran en las organizaciones, por eso se llama CRÓNICAS DEL ELEFANTE BLANCO.

El Diálogo de hoy:  – frase de Tom Peters /especialista en gestión empresarial–

Si quieres que tus clientes digan WOW, primero tienes que conseguir ese efecto en tus empleados, que serán quienes se lo transmitan después a los clientes, porque tus clientes nunca serán más felices que tus empleados”.

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Cesar Rios Hernández

Cesar Ríos

Ingeniero Industrial, egresado del instituto tecnológico de Ciudad Juárez, Chihuahua, norteño de sangre sureña. Miembro de la ASQ Asociación Americana de Calidad. Labora en la Industria Maquiladora...