Todo empresario que se respete busca ser eficiente en sus negocios. Cuida sus inversiones y está siempre al tanto del progreso o estado de su empresa. Asume riesgos y si algo sale mal, también enfrenta las perdidas. Cuando el negocio pierde, tiene que tomar duras decisiones, cerrar el negocio, reducir personal o en algunas ocasiones (cuando aplica), despedir al responsable directo del fracaso, ya sea por ser irresponsable o por incapaz.
Sin embargo, esto no sucede igual, cuando algún gobernante (ya sea alcalde, gobernador o presidente), quiere hacer de “su gobierno” una empresa que genere constantemente ganancias. Son diferentes objetivos y diferentes metas. Aunque es verdad que los recursos del país deben ser bien administrados para el bien de los ciudadanos, rara vez podemos visualizar si la inversión del gobierno fue efectiva y eficiente.
Cuando el gobernante decide crear un negocio desde el gobierno (en este caso omitiremos los recursos naturales), este, no siente ni asume los mismos riesgos que un empresario, si fracasa no hay castigos para nadie, no se remueve a nadie y el ciudadano común termina “absorbiendo” la perdida. Es entonces cuando se nos dice que algunas medidas dolorosas pero necesarias deben ser aplicadas, casi siempre con aumento en los impuestos (no soy el primero en afirmarlo, pero era necesario repetirlo). Si al llegar hasta aquí, ya imagino algún proyecto de gobierno que fracaso, no lo vea como un Elefante Blanco, sino como un “Mamut” Blanco, pues el otro se queda corto.
En los últimos 20 años (a nivel nacional), son contados “los negocios” de gobierno que se implementan bien y con un mínimo margen de ganancia, pero, cuando llega el nuevo gobernante, inmediatamente busca cancelarlo, pues no fue su idea y quiere borrar la memoria de su antecesor. Si esta pensando en una rueda gigante instalada por ahí, es pura coincidencia.
La mayoría de los gobernantes olvidan su responsabilidad primaria, pues es el dinero de todos el que deben cuidar; inclusive hacen un juramento al tomar posesión, en donde al final declaran …y si así no lo hiciere, que el pueblo me lo demande. Y cuando los gobernados les exigimos cuentas, se hacen los ofendidos.
Es lamentable que un gobernante se aventure a hacer negocio con nuestros impuestos, pero es aún peor, cuando un empresario quiere estar en el gobierno (pues el dinero ya no lo llena); en México es grande la lista de empresarios que han ocupado altos cargos de gobierno y los resultados no han sido alentadores. Otro ejemplo esta con nuestro vecino del norte, pues Trump dirige todo un país sin haber ocupado nunca un cargo público o de elección y ahora otros empresarios quieren seguir “su ejemplo”.
El Diálogo de hoy: - En la oficina del Gobernante -
Consejero: señor, estamos al borde del colapso… ya no podemos pedir más préstamos, los 2 nuevos negocios que abrimos están en quiebra y aumentar impuestos nos haría ver muy mal.
El Gobernante: No debemos temer, ya tengo un plan. Uno de esos negocios lo certificaremos en ISO 9001 para que la gente vea que nos interesa la calidad - aunque estemos en quiebra-, aumentaremos todos los impuestos en un 1.7% diciendo que es solo un ajuste inflacionario.
Consejero: entiendo, pero aun así no será suficiente para todos los gastos que tenemos.
El Gobernante: inventaremos 30 nuevos impuestos, pequeños y en forma gradual. Además, duplicaremos las multas de vialidad, por ejemplo, por manejar en estado de embriagues, esos nunca se acaban… y otros rubros en los morosos. Seremos una moderna inquisición, pero discreta y sutil.
Consejero: ¡señor, es usted un genio!
El Gobernante: solo un humilde visionario e innovador.