25 de Abril del 2024

Aprende a poner límites a tu familia

Por Betzabé Vancini / /
Sabemos que la familia es lo más importante para muchos. Sin embargo, existen familias cuya dinámica resulta tóxica y muy lejana de ser un ambiente donde todos puedan desarrollarse como individuos plenos. Además, la cuarentena poco ha ayudado a que dentro de casa existan límites sanos con los padres, los hijos o los hermanos pues estar confinados todos en un mismo espacio, exacerba los sentimientos y la irritabilidad.

Desde un punto de vista psicológico, la familia y sus formas de relacionarse no deben ser incuestionables. Por el contrario: deben estar en una constante revisión para saber si los vínculos que hay entre los miembros de la familia son sanos o si están resultando dañinos. Dividiré este texto en dos partes, la primera es cuándo poner límites y la segunda cómo ponerlos. Es importante aclarar que este texto está dirigido únicamente a personas adultas que aún vivan en casa con sus padres o hermanos y que tienen ya facultad como mayores de edad para manejar su vida y tomar sus decisiones.

Aquí van los tips:

¿Cuándo poner límites?

– Cuando la dinámica familiar te está causando daño emocional: ansiedad, estrés, tristeza, insomnio, falta de apetito, desgano, por mencionar algunos.

– Cuando tus familiares tienen ideas rígidas y a veces poco aterrizadas a la realidad y no están dispuestos a dialogar para debatir esas ideas. Por ejemplo: que no debes salir de tu casa bajo ninguna circunstancia ni para asistir a tu trabajo.

– Cuando toda convivencia o intento de diálogo de desacuerdos termina en una pelea, en agresiones o burlas.

– Cuando sobrepasan los límites de tu vida personal e incurren en invasiones a tu vida privada: escuchan tus conversaciones, opinan sobre tu relación con otras personas, revisan tu teléfono o computadora, revisan tu cuarto, siendo adulto/a te hacen prohibiciones como tener pareja, tener mascota o recibir visitas, etcétera.

– Cuando concentran toda la culpa o la responsabilidad de los conflictos en tu persona a modo de ser chivo expiatorio de los problemas familiares: “¡tú empezaste!”, “si no hubieras preguntado no nos habríamos peleado”, “siempre nos molestas”, por citar algunos ejemplos.

– Cuando hay muestras de violencia psicológica como ignorarte, aplicar la ley del hielo o burlarse de tus sentimientos o necesidades.

– Cuando condicionan tu permanencia en la familia con tu conducta o a cambio de favores que se vuelven obligaciones. Por ejemplo: “si no haces todo lo que te digo, entonces te puedes largar de la casa y a ver dónde vives”.

¿Cómo poner límites a la familia?

Esta es la parte más complicada, hay quien incluso le llama a esto “el difícil arte de poner límites” pues supone un proceso continuo de trabajo con uno mismo y con los otros para poder lograr límites firmes, respetuosos y efectivos, lo que constituye una tarea muy complicada en una sociedad como la nuestra que produce familias amalgamadas, con límites muy difusos o inexistentes y donde la gente se ofende cuando alguien le dice que no o pone un límite claro.

Es importante aclarar que las personas suelen reaccionar mal ante los límites, especialmente cuando son los hijos adultos quienes le ponen límites a sus padres. Es decir, que tu familia se va a enojar porque les pones límites, esa es una realidad, sin embargo, tú podrás vivir más en paz.

Aquí van algunas recomendaciones para poner límites con tu familia y no acabar peor de lo que ya estabas:

– Habla asertivamente y valida la emoción del otro: “Entiendo que te moleste que salga a trabajar, pero en esta época de incertidumbre no es razonable quedarse sin un trabajo fijo que es mi sustento.” “Comprendo tu miedo a que me exponga en la calle, pero tomaré todas las medidas necesarias para cuidarme y cuidar a todos quienes vivimos en esta casa”.

– Pregunta cuál es la necesidad real ante la intromisión: “¿Qué es lo que necesitas específicamente?” “¿En qué puedo ayudar a que esta situación sea mejor?” Si la respuesta a estas preguntas sigue siendo irracional o cargada de enojo, repítela y si no hay respuesta favorable, retírate. Tú ya hiciste tu esfuerzo de diálogo.

– Si se trata de alguno de tus padres, recuérdales que eres una persona adulta capaz de tomar sus propias decisiones: “Ya recibí la educación que tenías que darme y aunque valoro mucho tu consejo, puedo tomar mis propias decisiones sobre este tema.” “Soy una persona adulta y puedo hacerme cargo de esta elección que hice”.

– Define y defiende tu vida privada: “Esto obedece al ámbito de mi vida privada/íntima y no es tema de discusión en familia”.

– Frena la agresión: tú no agredas, no grites, no insultes, y si tu familiar te está agrediendo, dile con claridad “Yo no te estoy faltando al respeto, no te estoy ofendiendo, por favor, no me ofendas y no me grites.” “Si gritamos no nos vamos a entender, por favor, tratemos de hablar de manera respetuosa”.

– Marca un tiempo fuera: “Ya nos estamos enojando, ¿te parece si en un ratito más volvemos a hablar de esto ya que estemos más calmados?”. Esto ayuda mucho a calmar los ánimos y dar tiempo suficiente para que ambos puedan disminuir su emotividad y volver a abordar el tema de mejor manera. A veces 5 minutos son suficientes, pero para otras personas vale la pena hacer un tiempo fuera de un par de horas y después retomar el tema.

Ahora bien, hay ocasiones en las que estas estrategias son insuficientes pues hay padres o madres que acaban en una actitud autoritaria como “Porque lo digo yo”, “porque soy tu madre/padre y te callas.” Evidentemente, esto no abona al diálogo ni a una buena relación entre la familia. Cuando los padres no son capaces de sobrepasar su enojo y su autoritarismo para poder mejorar la relación con sus hijos están propiciando que los hijos les abandonen y busquen hacer su vida lejos. Hay múltiples casos en los que los hijos/as adultos se van de casa de manera definitiva y no desean volver, en muchos casos, ni siquiera de visita con sus padres por la relación tan tirante que éstos han producido. Es importante que sepas que, aunque vivimos en una sociedad que nos dice que la familia es primero, se vale poner límites claros e incluso alejarte de tu familia en favor de tu salud mental. No por ser tus padres o tus hermanos tienen derecho a maltratarte de manera sistemática o a afectar tu salud emocional. Muchas veces, salir de casa de los padres y no vivir con ellos, supone LA ÚNICA oportunidad para sanar el vínculo y mejorar la relación. Todo aquello que te cueste tu salud mental, es demasiado caro.

Como siempre, estaré atenta a todas tus preguntas y comentarios vía Twitter. Me encuentras como @betzalcoatl.

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