26 de Abril del 2024

Mientras haya salud…

Por Betzabé Vancini / /
Tú, yo y el Ello...

Siempre decimos que “lo importante es que tenemos salud” pero el gran problema de ahora es que no la tenemos. La salud está ausente y lo ha estado durante todo 2020 debido a la pandemia por Covid-19. Y no sólo eso, sino que este brote ha puesto en evidencia los problemas de salud a nivel mundial, y también, específicamente en México: la abundancia de enfermedades crónico-degenerativas como la diabetes o la hipertensión, la obesidad, el tabaquismo, el alcoholismo, entre otras.

Cada día son más los casos de Covid-19 entre gente cercana, familiares, pacientes, amigos, vecinos. Muchas personas han perdido la vida o han perdido a algún familiar por complicaciones de esta enfermedad. Sin embargo, me parece que la verdadera enfermedad detrás de la pandemia es la inconsciencia.

¿Te has fijado cómo en las últimas semanas los centros comerciales están abarrotados? El tránsito vehicular es abundante, básicamente como si este fuera cualquier diciembre, y no lo es. La gente se justifica detrás de pretextos como la desesperación por estar en casa, el típico “tampoco podemos vivir encerrados”, “pues ni modo que no veamos a la familia” y muchas otras formas banales de eludir la responsabilidad que tenemos todos dentro de esta pandemia: no nos estamos cuidando, no al menos como deberíamos hacerlo.

Fiestas “en corto”, salidas, reuniones, paseos por el centro comercial, compras en las calles del centro, ambulantes, etc., siguen siendo los paraderos favoritos de aquellos que se fugan de casa porque, si bien no estamos en alerta roja oficialmente, de nuevo estamos en naranja donde la instrucción es clara: no salir de casa a menos que sea estrictamente necesario. Y es que estas fechas apelan mucho a la sensatez -o insensatez- de la gente en México. Porque bien pueden vivirse desde el autocuidado y el cuidado de otros, sin embargo, la mayoría de la gente lo vive desde el desenfreno, desde el absurdo “pues si me tiene que dar, me va a dar… ni modo” sin pensar que no es sólo su salud o su vida la que está en riesgo.

En estas últimas semanas me ha tocado atender una gran cantidad de casos de personas que están tratando de vivir con la culpa de haber enfermado a un familiar. De haber ocasionado de manera directa o indirecta la muerte de los abuelos, de los padres, de algún hermano. Miles de familias están ahora diezmadas, en duelo, y pasarán las fiestas más tristes que hayan tenido en mucho tiempo. Es probable que tú que me estás leyendo seas una persona consciente, que se ha cuidado, que ha cuidado no sólo a tu familia sino a quienes te rodean, es posible que seas esa persona responsable que necesitamos para frenar esto que parece no tener fin. Pero también puede ser que seas de esos que dicen “de algo nos tenemos que morir” y que andes irresponsablemente por las calles sin cubrebocas, que organices o vayas a fiestas, que te pongas una ‘buena peda’ pensando en que no te va a pasar nada ni a ti ni a los tuyos, y entonces, permíteme decirte que tú eres de esas personas que no necesitamos y que no nos están ayudando en nada. Lamento decirlo de esta manera, pero tanto tú, como la ineptitud de nuestro gobierno, nos estás haciendo más daño que el mismísimo SARS-COV-2.

La verdadera pandemia es la del egoísmo y la inconsciencia en la que actuamos sin el menor reparo en las consecuencias de nuestros actos. La inconsciencia de dañar a otros voluntaria o involuntariamente en un cúmulo de actos de negligencia que empiezan por la salud propia, por la casa, la familia y que se extienden al trabajo, la escuela y la sociedad. Sé que el encierro es difícil y que, de igual manera, estos meses en relativo aislamiento han sacado a relucir múltiples problemas de salud mental: ansiedad, depresión, adicciones, violencia. Sin embargo, la respuesta no está en salir a las calles, a las bodas, a las fiestas familiares para “sentirnos mejor”, porque eso no es más que un placebo que acabará por ser contraproducente. Piensa en esto: imagínate que asistes a la cena navideña con tu familia en la que hay reunidas unas 25 personas, tú vas infectado/a de Covid, sin saber que lo tienes, y un par de semanas después de esa cena, por mera estadística, se habrán muerto tres personas en tu familia. ¿Podrías vivir con eso? ¿Podrías vivir con que una de las consecuencias de tu egoísmo es cargar de por vida con la culpa de haber lastimado a tu propia familia? Eso sin contar que ellos a su vez, irán a contagiar a otras personas en su círculo cercano: compañeros de trabajo, familia política, vecinos, compañeros de gimnasio, etc., etc., etc., Y es que, si seguimos así, esto no se va a acabar nunca, por más vacuna que haya.

Si nos la pasamos diciendo que mientras haya salud todo lo demás se puede resolver, pues es un excelente momento para hacerle el mejor regalo a la gente que quieres: regálales salud. Regálale a tu familia la responsabilidad de cuidarte y por ende, cuidar de ellos de la mejor manera posible. Sí, estos meses que hemos vivido en el encierro no volverán, y el 2020 pasará al a historia como un año difícil y gris, sin embargo, hay mucha vida por delante que podremos disfrutar en su momento, siempre y cuando, haya salud.

Como siempre, estaré atenta a todos tus comentarios y preguntas vía Twitter. Me encuentras como @betzalcoatl.

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