En 2016, Ignacio Mier Velasco aceptó la encomienda más compleja de toda su carrera política: ir a tierras extrañas y muy extensas territorialmente. En algunas partes de difícil acceso, Sinaloa y Durango.
Andrés Manuel López Obrador en sí mismo ya era una marca poderosa, pero MORENA hasta el 2016 era la cuarta fuerza política nacional y la primera fuerza política de la asamblea legislativa del Distrito Federal.
Pero en el norte del país, su presencia era escasa, la percepción nacional era que AMLO quedaría otra vez a un peldaño de la victoria.
El nombre del puesto: Delegado de Sinaloa y Durango de MORENA.
El objetivo: construir en pocos meses una estructura electoral y de partido para operar las elecciones presidenciales en 2018.
Meta: ganar.
Imagino a López Obrador dándole una palmada en la espalda, deseándole toda la suerte del mundo y un suspiro profundo al momento de verlo marchar e inmediatamente concentrarse en otros temas.
Mier entendió en ese momento que un fracaso acabaría con su carrera política, las naves estaban ya quemadas.
Los recursos eran casi inexistentes a su llegada y la tarea titánica. No se perdió tiempo, en pocos días, mientras se construían los cimentos de Morena, en esos dos estados se terminaba el planteamiento de cómo construir el resto de la estructura.
Fue sumando a propios y extraños, pero además, logrando que lo sumado ya no fuera tomado por nadie más, con el recelo de Quirino Ordaz Coppel, gobernador de Sinaloa, cuya campaña fue en 2016 y tomó posesión en 2017, construyó estructura pese a tener un proceso electoral vigente y derrotaría esa estructura en 2018.
En Durango sucedió algo parecido, había un proceso a gobernador que ganaría José Rosas Aispuro Torres, y esa estructura también sería derrotada en 2018.
Existen muy variados estilos de hacer política, pero el de Ignacio Mier es desde los silencios, de la voz tenue, jamás desde la estridencia, es la disciplina de despertarse haciendo política y acostándose a dormir haciendo política a gran velocidad, con absoluta disciplina y aplicando los números a las estrategias, un verdadero animal político.
Meses antes de la elección ya algunas encuestas empezaban dar datos inéditos, MORENA tenía altas probabilidades de ganar los dos estados, lo imposible empezaba a realizarse, lo cual implicaba aún mayores esfuerzos, ya que la estructura en construcción pasaba de decenas a cientos y de cientos a miles en pocos meses, no había margen para el error.
Cuentan que un día alguien le preguntó por qué aceptó esa tarea y respondió: “No estoy aquí porque quiero, sino porque puedo”.
El 1 de julio ahí estaba. El resultado fue en Sinaloa 834 mil votos y en Durango 340 mil votos. En total: 1 millón 174 mil, casi el 4% de la votación total de AMLO, de dos territorios donde hasta 2016 MORENA no tenía claro hacerlos ganadores.
Mier llegó a la Cámara de Diputados en la cuarta posición como candidato plurinominal, el día de ayer fue nombrado el coordinador de los diputados de Morena y presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política.
Hoy gana Sinaloa, Durango y Puebla.
Lo logró con los peores pronósticos, ahora le toca hacer desde un lugar de dirección en uno de los tres poderes de la República.
Reconstrucción.
Nace el eje Delgado-Barbosa-Mier.
