Wednesday, 01 de May de 2024

Una clínica del odio

Por Zeus Munive / /

Recientemente el doctor Arturo Rueda hablaba en su columna de Diario Cambio sobre los que aman y los que odian a la administración estatal. Los Rafabeliebers y los Rafahaters. 

Ahora que todos somos seguidores de la religión que nos impuso Marck Zuckerber llamada Facebook y que, casi por instinto, consultamos a todas horas los móviles para ver quién escribió qué o para stalkear desde la íntima intimidad a la chica que más nos gusta, suspiremos, le mandemos un like tímido basado en un deseo reprimido, nos topamos con estas dos clases de seres: los que aman o los que odian al gobernador poblano. 

Todos los días y a todas horas lo alaban o lo critican. Aparecen también algunas cuentas hechizas a favor y, en la misma cantidad, en contra. Unos que critican el estadio de futbol y otros tantos que lo defienden. Y convertimos nuestro pasatiempo en leer memes algunos muy buenos otros nada ingeniosos. Muchos los leen se ríen pero no dicen nada para evitarse enemistades. Otros tantos se ofenden y responden de manera agresiva. 

Es muy fácil ir con la manada de aplaudidores o de abucheadores. Al fin que casi todos somos borregos mentales en toda esta granja. 

Lo mismo ocurre ya con el periodismo poblano: se está a favor o se está en contra. No hay medias tintas. Solo “absolutos”. Aunque estos en la realidad no existan. 

A meses de que se realice los comicios más importantes para nuestra reciente historia y a días de que inicie la jornada electoral, en la que habrá presiones, llamadas, señalamientos, gritos y sombrerazos –de todas las partes en juego-, es necesario crear una clínica de odio. 

Una clínica del odio porque los ciudadanos de a pie; el poblano común y corriente con sus pros y sus contras de todos los días no tiene por qué comprarse las filias y las fobias ajenas. 

Independientemente de quien gane o quien deseemos que gane muchos no dejaremos de vivir en Puebla. 

Como animales de granja terminamos destinados a seguir a la manada, aunque no nos conduzca a nada y sigamos exactamente igual que hace diez años. 

Una clínica de odio para los que denuestan y aman sin medias tintas. Y otra para los que no nos damos cuenta que somos rehenes de los intereses de grupos que quieren mantener o recuperar el poder.

En términos reales, no nos hará mejores o peores personas subirnos a los trenes del amor o del odio. Y como seguramente de todas maneras nos subiremos a ese tren por lo menos estar conscientes de por qué lo hacemos y no por seguir a la manada.

 Si es real que le gustó el estadio y es auténtica su calificación, lo felicito, si no le gustó también lo felicito. Si no se dejó llevar por una mayoría que alaba o critica de manera robótica, lo felicito hasta diez veces. No está mal que le haya gustado y tampoco lo contrario, pero siempre y cuando sea por su percepción no por lo que nos imponen en redes sociales. 

Vamos a entrar a una guerra electoral sin cuartel y ya hay nerviosismo en ambos bandos que compiten. Ninguno de los dos equipos juega limpio, tampoco los candidatos “independientes”. 

Es la lucha por el poder. Una lucha por mantener o por recuperar. 

Se va a poner feo sino nos detenemos y nos relajamos va a ver muchos heridos en el camino. 

En fin, se diga lo que se diga, se escriba lo que se escriba no importa, pero vale más la advertencia. 

Mientras tanto: ¡que empiecen los juegos del hambre! 

Una limpia y varios mensajes en la BUAP (de última hora)

Uno debería inscribir la renuncia de la directora de Administración de la BUAP, Lilia Vázquez, como un mensaje hacia adentro y hacia fuera de la institución. Sí, su renuncia se inscribe en  el proceso electoral que se avecina pues la señora andaba financiando proyectos de precandidatos y partidos políticos (aunque eso es tema de otra larguísima columna). 

La llegada de Vázquez a Administración, hay que recordarlo, fue porque su antecesor Ricardo Paredes Solorio había incurrido en abusos de poder y actos de corrupción además de jugarle las contras al actuar rector y junto con el grupo que dirigiera “El Oso” armaron una conjura para descarrilarlo. Ahí llegó Lilia Vázquez, quien contó en un origen con todo el respaldo de Alfonso Esparza. 

Pero el poder vuelve locos a los humanos y a los locos lo vuelve tontos, pues Vázquez hizo que todos los grupos se unieran en su contra durante los dos años que estuvo al frente de esa Facultad. Lo peor no solo fue que destinara recursos a un precandidato a la gubernatura sino que al sentirse amenazada, Lilia Vázquez buscó a un personaje “oscuro” que ya no tiene nada qué hacer dentro de la casa de estudios y que además tiene cero influencia entre la comunidad estudiantil. 

Lilia Vázquez no entendió que desde el 2013 hay un liderazgo encabezado por Alfonso Esparza y que el rumbo de la BUAP cambió en 180 grados, ya no existen los excesos y abusos del pasado reciente. 

Esparza ha mantenido una relación de respeto hacia los partidos políticos pero ha alejado las manos negras de estos en la institución. 

Y ese también es un mensaje directo para Carlos Moreno, mejor conocido como “El doctor Peluquín”, quien aún despacha como director de la Facultad de Derecho.

El único liderazgo real es el del rector. 

La llegada de Mauricio Mateo Chino a la Facultad de Administración es con la finalidad de ponderar el trabajo académico, porque la chamba mata a la grilla.

Y ante todo este relajo que se armó, reapareció recientemente Ricardo Paredes en redes sociales, quien salió con una pésima imagen de la Facultad de Administración por los abusos en los que incurrió y  varios casos de corrupción que ya fueron documentados en este espacio. 

El mensaje fue claro. Hacia adentro y hacia el exterior. El rector Esparza cada vez está más fortalecido. 

Que no se les olvide, chamba mata grilla.

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