Saturday, 20 de April de 2024

Piña, retrato de un niño berrinchudo

Por Zeus Munive / /

Juan Pablo Piña ya había roto con el morenovallismo antes de la aprobación de la Ley de Ingresos de la Federación. Sí, la ruptura vino desde que le fueron bajados sus espectaculares que había contratado por todo el estado anunciando su informe como legislador.

Solo que la Ley de Ingresos fue la gota que derramó el vaso y la paciencia en Casa Puebla. 

Meses antes, cuando la elección de Tony Gali fue muy cuestionado al interior del PAN porque emitió un boletín en el que anunciaba que solo por él y por su operación política le daría a Tony Gali un millón de votos. 

Quién sabe de cuál fumó, porque en esta reciente elección no se vio ese millón de votos, es más, si nos ponemos objetivos sabremos que el nivel de abstencionismo fue uno de los más altos en los comicios para elegir gobernador. 

Se ve que el pay de piña venía cargado de las hierbas de la alegría. 

Piña ya se le había mareado de poder. 

Hace unos cuantos meses, después de que le pidieron que no se anduviera promoviendo, pues todo mundo sabe que quiere ser gobernador, apareció muy cercano a Santiago Creel Miranda. 

Creel algo vio en él (no sabemos qué, exactamente) pero el ex secretario de Gobernación lo acercó con Ricardo Anaya y con todo ese grupo. 

Cuenta la leyenda que en una reunión de panistas de altos vuelos, Rafael Moreno Valle se topó con Piña. Se saludaron y el mandatario poblano visiblemente incómodo le preguntó qué hacía ahí. A lo que el diputado federal solo respondió que lo había invitado Santiago Creel. Moreno Valle estaba (cuentan) molesto y no dejaba de mirar a Juan Pablo Piña quien trataba de esconderse de la mirada que le lanzaba el gober.

Sea cierta o no esa es la especie que circula. 

Hijo de un gobernador calificado como el más corrupto en la historia de Puebla (hasta que llegó Mario Marín y toda su banda), Piña entró con el pie derecho a la administración estatal. Obvio, por la recomendación de su padre Mariano Piña Olaya. 

Mucha gente criticaba a Juan Pablo Piña por su desempeño, pero era un hombre cercano. Incluso cuando a este se le ocurrió la promoción de la Ley Bala  y cuando tuvo su primera consecuencia con la muerte del niño de Chalchihuapan, Juan Pablo Piña fue el promotor también del marranicidio, es decir, ponerse a disparar por horas sobre cabezas de marrano para justificar la acción policial en el lamentable incidente.

Piña fue impuesto como diputado federal por Teziutlán y si ganó, muchos panistas lo dicen, no fue ni por él ni por el alcalde de esa zona –el famosísimo “Me la pelas”, bautizado así por la periodista Selene Ríos- sino por la operación de Rafael Moreno Valle y de Eukid Castañón.

Claro, meses antes a esa elección Juan Pablo Piña usó un cargo creado por el gobernador en el que utilizó recursos como el helicóptero de Casa Puebla para repartir despensas. Mucho se escribió al respecto por amigos y enemigos del propio legislador. 

Y si nos ponemos muy estrictos podríamos pensar que su ruptura viene más de un berrinche porque siente que ya no va a poder llegar a más dentro de la estructura blanquiazul poblana, que es comandada por el gobernador Moreno Valle. 

Por eso buscó el cobijo de un pez gordo como Creel y es por eso que ya es de la legión de Anaya o lo que queda del presidente nacional después de que fue evidenciado públicamente de enriquecimiento inexplicable. 

Aunque hay algunos panistas que creen que más que ruptura, bien podría ser un caballo de Troya que al final terminará en el redil del cual nunca ha salido. 

Solo el tiempo lo dirá, pero de que la piña es podrida, la piña siempre nos la vendieron podrida y muy cara.

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