Saturday, 27 de April de 2024

Ahora el PRI de Marín acusa de represión

Por Zeus Munive / /

En las novelas gráficas y en las películas de ciencia ficción uno ve siempre la realidad alterna, el mundo paralelo, la otra realidad, pero en Puebla por primera vez hemos visto esto como si la realidad alterna fuera esta que vivimos y nuestros otros “yos” de los universos paralelos están en su estado confortable, en la normalidad o para ser más claro: ¿Cuándo el PRI en Puebla hizo un platón fuera de Casa Puebla?

En esta realidad ahora vemos a Jorge Estefan Chidiac moviendo las tepaljuanas en pleno plantón (bailando pues), convocando a marchas por represiones, llamando a derrumbar la elección.  

¿El PRI? 

¿Les cae?

El PRI era el partido represor por sistema. Era quien compraba, anulaba, quitaba, lastimaba, hacía a un lado. Lo más grave es que los mismos que se están quejando son los mismos protagonistas.

Los que las hacen no las consienten.

En un pasado reciente, vimos el escándalo de Monex, el Pemexgate, la compra de votos con tarjetas de Soriana. Los marinistas eran expertos en eso de la mapachería electoral. Ahora son estos los que llaman a judicializar la elección.

Algo va a pasar, quizá el Apocalipsis, el capítulo Revelaciones de la Biblia, el 666, no lo sabemos.

Lo contradictorio de todo esto es que ellos que se quejan han sido los protagonistas, pareciera que el karma sí existe. Lo peor es que ahora son ellos los que se tiran al piso y nadie les cree, son la fábula de Pedro y el Lobo, porque no hace mucho, que ellos eran quienes ignoraban a sus gobernados.

¿Qué se siente ser de oposición y no saber jugar ese papel?

Blanca Alcalá se puso ruda y ha sacado sus armas. Ya acusa a la administración estatal a una semana de los comicios, quieren patear el tablero para ver qué fichas se quedan de pie en este ajedrez político.

No hace mucho que Alcalá fue negligente con los ciudadanos afectados por un árbol que les cayó encima y compró el silencio de los afectados para que su imagen no se manchara.

No hace mucho que Alcalá usó su puesto para dar obras a constructoras y manipuló los reglamentos para obtener una gasolinera y volverse empresaria. De esa forma ganar unos cuantos millones de pesos para no pasar hambres. Construirse un conjunto habitacional de más de 40 casas y venderlas a buen precio.

Blanca Alcalá, Jorge Estefan Chidiac, Alejandro Armenta Mier, Javier López Zavala, Víctor Giorgana  eran de ese PRI que reprimía, crecieron en ese PRI que usaba el aparato gubernamental para meter las manos en los procesos electorales y salir avante a la mala.

Ahora ellos, todos ellos, quienes se beneficiaron de ese sistema, acusan a ese proyecto que ellos mismos construyeron, negociaron, aprobaron, abalaron, vivieron y hasta mamaron.

El mundo se va a acabar.

Lo malo no es que se quejen, se manifiesten o que marchen, lo malo es que carecen de toda calidad moral para exigir comicios limpios cuando ellos eran quienes participaban y vivían de las cochinadas. Son democráticos cuando les conviene, porque en caso de ganar una elección a poco de veras jugarán limpio.

Está bien que se manifiesten, pero que “no marchen”.

Insisto, lo malo es que ¿quién les cree?

Ese papel le va bien a Ana Teresa Aranda que desde finales de los años 80 cuando militaba en el Ansifem (organización perteneciente a la ultraderecha) le cerraban el paso, le negaban participar en elecciones.

Ese papel le corresponde a Roxana Luna, quien  es hija de un viejo militante del Partido Comunista y del PSUM. Le queda más por su trayectoria, por defender los intereses de los pobladores de Chalchihuapan, porque nunca ha sido funcionaria pública.

Hasta el profe Abraham Quiroz que aunque ha sido militante de aulas y de la burocracia universitaria, ha militado en la izquierda, aunque la verdad nadie lo conoce como activista, sólo que desde su posición ha apoyado al ya destrozado Suntuap, que en los años 70 y 80 del siglo pasado hicieron un verdadero desmadre al interior de la BUAP.

Blanca Alcalá con los millones que trae a cuestas así como Jorge Estefan (padre del Fobaproa y del gasolinazo de Calderón) ahora son víctimas de lo que ellos mismos han sido protagonistas.

¿El PRI acusando de represión? Por Dios.

Es como si el Mochaorejas, Daniel Arizmendi, participara en una fundación de protección a las víctimas de secuestro. Como si el Chapo Guzmán participara en la campaña Vive sin drogas. Como si Agustín Carstens promoviera la banda gástrica, como si Peña Nieto pusiera un negocio de calcetas, como si Donald Trump en su juventud derrumbara el muro de Berlín, como si un vendedor de carne pagara publicidad a favor de Green Peace, que Lorenzo Servitje dijera que no hay que comer gluten y como si Juan Gabriel cantara una canción de los Credence y el público dijera: qué buena rola (bueno esto último sí ocurrió, pero bueno, es México).

El surrealismo mexicano nos alcanzó.

El Apocalipsis viene.

No tardaremos en ver botear a los priistas en las esquinas y ver a la derecha poblana gritando Comunismo sí, cristianismo no.

Que el Osito Bimbo se apiade de nosotros.

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