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El sábado pasado, la cloaca del submundo marinista se abrió y de ahí pocos, muy pocos, salieron a la luz. Mario Marín reapareció en el ámbito público para la ceremonia religiosa de su primogénito y junto al ex mandatario, unos cuantos despistados que en el sexenio pasado fueron los todopoderosos.
A Mario Marín le acompañaron algunos de sus hombres más cercanos: Valentín Meneses, Mario Ayón, Alejandro Fernández, Martín Fuentes, Francisco Ramos, Alberto Jiménez Merino y otros, pero lo más notorio en la gran boda —que amenizó Mijares— fueron las ausencias.
Aquella burbuja que se enriqueció, se empoderó y llegó a la cima, reapareció resquebrajada tras tres años de oscuridad. Personajes como Javier López Zavala, Mario Montero, Javier Sánchez Galicia, Alejandro Armenta, Juan Carlos Lastiri, Manuel Vega Rayet,Gerardo Pérez Salazar y David Villa Issa, entre otros, simplemente abandonaron a ese hombre al que un día le rindieron un culto desmedido. Otros como Alfredo Arango y García Ramírez no se aparecieron por obvias razones.
Quizá los pocos priistas y marinistas que salieron de la cloaca para acompañar a su Tlatoani el sábado pasado carezcan de pudor, de vergüenza, o sean muy valientes o leales, o de plano apuesten a la desmemoria colectiva, pero esos que se atrevieron cargarán nuevamente con la insignia marinista en la frente.
Porque incluso para los hombres que hoy gozan de los excesos del gobierno marinista, para aquellos que tienen colecciones de autos de lujo, de relojes y dinero al por mayor, incluso esos, se quedaron en la cloaca con tal de no dejarse ver en público con el peor gobernador que Puebla ha tenido.