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Alfonso Esparza dejó algo claro ayer en el Cuarto Informe de Labores: que cada día está más lejos del agüerismo. Durante su discurso sobre las actividades que ha realizado al frente de la máxima casa de estudios, el rector interino evitó pronunciar el nombre de Enrique Agüera y para Rafael Moreno Valle tuvo apenas un saludo. (No 16 como su antecesor)
La nueva etapa en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla es sin duda, ajena a las viejas costumbres agüeristas. De entrada, Alfonso Esparza rindió el informe sin fastuosidad, sin escándalo, sin pomposidad. El evento fue meramente informativo y su público, netamente universitario.
La distancia entre Esparza y Agüera se agranda. En los días del ex rector, informes, presentaciones, elecciones, tomas de protesta y demás estaban acompañadas de lujos, videos sentimentales, mega producción informativa, juego de luces, brindis, cenas, bocadillos, invitados de lujo, élite política y cientos y cientos de acarreados. El escenario: el Complejo Cultural Universitario, la máxima obra de Agüera.
Esparza viró 180 grados las costumbres pomposas y se refugió en la Unidad de Seminarios en Ciudad Universitaria y no hubo más de mil académicos y estudiantes. Nada más. Ni siquiera hubo pasarela de políticos, líderes empresariales, religiosos ni directores de medios: ¿Génesis del esparzismo?.
El cuatro de octubre será la prueba de fuego de Esparza ¿Se doblegará a las mieles del poder universitario y los reflectores que ella trae, o mantendrá su política de low profile? La decisión que tome Esparza para el día en que rinda protesta como rector 2013-2017 definirá la primera parte de su gestión.
Esparza fue tajante: no quiere seguir los pasos de Enrique Agüera pero para evadir los torcidos caminos del poderío y los excesos, se requiere más, mucho más, que un simple informe en Ciudad Universitaria con estudiantes y académicos. Muchísimo más. Pero un paso, ya es un paso.