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El gobernador Rafael Moreno Valle no se disculpará públicamente por la muerte del niño José Luis Tlehuatle. Tampoco se disculpará con los habitantes de Chalchihuapan por haberlos atacado, mutilado y detenido arbitrariamente. Moreno Valle no tiene ni la menor intención de dar la cara ante el caso Chalchihuapan.
El jefe de la Oficina del gobernador, Juan Pablo Piña, comentó que la Comisión Nacional de Derechos Humanos no especifica en sus 11 recomendaciones que sea el mandatario el que pida las disculpas públicas ante los agraviados y los ciudadanos. El gobierno aún valora quién será el elegido para pedir perdón.
El gobernador comete, otra vez, un error mayúsculo al no asumir la responsabilidad de ofrecer las disculpas, pues de hacerlo su imagen se matizaría, se suavizaría y daría muestras públicas de ser un hombre humilde capaz de reconocer los errores humanos de su gobierno. Pero esa imagen no le interesa proyectar al mandatario. A él, sólo le importa verse fuerte e inquebrantable.
Y ahí se equivoca otra vez, Moreno Valle porque el hecho de rehusarse a pedir perdón lo único que evidencia es su debilidad, su fragilidad. Se sabe tan frágil, tan desprotegido, que cree que si evita ser el que pida perdón por su crimen, por el crimen de sus policías, él se salva.
Y ahí también se equivoca Moreno Valle.Porque del caso Chalchihuapan nada lo puede ya salvar y lo único que puede hacer a estas alturas de su debilitado gobierno es madurar y demostrar que cuando se equivoca, lo sabe reconocer.
Pero no, no lo hará. Después de todo, para Moreno Valle lo más importante es su soberbia.