Sunday, 26 de May de 2024

Cajón del desastre

Martes, 26 Febrero 2013 10:34

De la mano

Por :
  • Imprimir
  • Email

Columnas Anteriores

Por más que busco y rebusco dentro del cajón no doy con las definiciones, los conceptos, los manuales de estrategia, sigo sin localizar la clave, la incógnita sigue siendo un misterio, revoloteo papeles, levanto el polvo que me provoca más de un estornudo, todo parece confuso, enrarecido, obscuro.

         Un alto dirigente de la izquierda me asegura de la conveniencia, destaca que el ir de la manita es bueno para ellos, yo me quedo pensativo, silencioso, mi entendimiento simplemente recibe su argumentación, no permito que se me escape ninguna mueca, gesto, reacción.

         En el 2010 pude haber creído en la viabilidad del planteamiento, Mario Marín se erigía como el mal a vencer, y contra éste había que sumar a diablos y arcángeles, a derechos e izquierdos, a gordos y flacos, a optimistas y depresivos, a blancos y negros, y el ganón se llevo todas las canicas, no sólo no repartió, sino que tampoco impuso un escarmiento a las viejas prácticas, permitió que la impunidad continuara ejerciendo su palabra, su poder, su permanencia.

         Hay quienes me aseguran que las simpatías populares del ganón siguen siendo muy cotizadas en la bolsa de valores, el despilfarro del 2012 permitió comprar las ilusiones de poblanos y extraños, hilvano en la fantasía y construyó puentes de entendimiento entre los potenciales electores.

         El 2013 se presenta singular, ya no hay respaldo de la ciudad capital, incluso existen los testimonios de que no sólo no hay apoyo, sino que más bien se le rechaza, se le ve como apestado, se le pretende menguar la totalidad de sus decisiones.

         Por ello ir de la manita entre amarillos y azules es su mejor carta, pretendiendo así perpetuar su inequívoco punto de vista, continuar construyendo fuera de casa, más allá de las decisiones elementales, pavimentar sobre la pradera para que las aeronaves del deseo gozoso tengan buen aterrizaje.

         Sigue el líder de altos vuelos amarillos comentándome que la disculpa del ganón es que primero tenía que contar con la plenitud de las decisiones en la mano, saber que cartas podrían mantener los contrincantes del póker, para no tener que desgastar pólvora en pequeños infiernitos, pero que ahora sí, que ahora los amarillos tendrán la importancia que se merecen, que las candidaturas serán suyas, que la revolución les hará justicia.

         El líder amarillo se queda pensativo y luego continúa su reflexión sobre cómo Puebla logró pintarse de su color en las elecciones presidenciales del año pasado, y me suelta la incómoda hipótesis: “¿te imaginas si fuéramos solos y nos va mal? Qué ridículo haríamos”.

         Al parecer las conveniencias están colocadas en la mesa, ahora no está Marín, pero las pretensiones de muchos parecen seguir sin abonarse, por su lado los del tres colores juegan sus opciones, cuentan las credenciales, revisan pasados y presentes, se sienten seguros del respaldo con el que cuentan desde la ciudad de México y se revelan como grandes críticos del ganón, a pesar de que hasta hace poco le cumplían todo tipo de caprichos.

         La mano les puede comenzar a sudar, cada cual hará lo que le corresponda no sólo dentro de los anales de la historia, sino en su lógica convenenciera, al no dar con ninguna justificante teórica dentro de mi cajón del desastre, no me queda más reflexión científica que apelar al clásico “más vale sólo que mal acompañado”.

Más en esta categoría: « ¡ME DOY! ¿Y ahora…? »