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¡Soy poblano, soy poblano! Todos los que vivimos o hemos estado en Puebla hemos probado las cemitas. De hecho, este es el sello de identidad de nuestra cocina, por eso es importante conocer su historia.

Se cree que la versión original de las tradicionales cemitas apareció en Puebla y las primeras fueron rellenas con pata en escabeche (vinagre). Sin embargo, se sabe que tuvo su origen en dos variedades de pan, que eran entregados como tributo a la Corona Española, durante la época colonial en el Siglo XIX.

Entregaban un bizcocho de sal y una galleta hueca parecida al pambazo francés. Éste último fue introducido al estado durante la intervención militar europea.

Es un pan elaborado con harina de trigo, agua, leche, huevos, levadura, mantequilla y sal. De aspecto redondo, levemente plano, decorado con semillas de ajonjolí. Lo que lo hace tan distintivo es su apariencia de “nudo” en la corteza.

Los panaderos sacaban a relucir su destreza decorándolas con estrellas, flores, animales, nombres e incluso paisajes.

En el siglo XX se empezó a comer con carne de cerdo, res o pollo y se rellenaba con papas, frijoles, nopales y hasta crema. A partir de ese momento se convirtieron en las favoritas de los poblanos.

Cemitas: de dónde son y por qué las amamos tanto
Infografía de las cemitas poblanas. Creditos: Especial

Una cemita al día, es la llave de la alegría

Pero como todo en la vida, las cemitas siempre están evolucionando. Se adaptan a los gustos de los mexicanos. La más famosa es la de milanesa, la cual se rellena con quesillo o queso, aguacate, frijoles, rodajas de cebolla, hojas de pápalo, rajas o chile chipotle.

En algunos establecimientos les rocían un poco de aceite de oliva para mezclar todos los ingredientes en un baño de sabor.

Cemitas: de dónde son y por qué las amamos tanto
Composición de la cemita poblana tradicional. Creditos: Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural del Gobierno de México

Actualmente tienen muchos estilos como: de pata, cabeza, carne enchilada, carnitas, carnes frías, etcétera.

En ocasiones, algunos chefs se arriesgan a rellenarlas con otros platillos típicos, como la cemita de Nogada. O bien de alimentos que no creeríamos que combinarán, como la cemita de chalupas.

Sin embargo, la cemita poblana parece mezclarse con alimentos dulces o salados y sigue siendo popular entre el público.

Poblanos y extranjeros la buscan en los partidos de fútbol, de lucha libre y los domingos de flojera, citando situaciones en las que nadie le haría el feo a las cemitas.

Las cemitas no discriminan y satisfacen el hambre de todos los sectores de la población, no solo dentro del estado, sino en todo el país.

La cemita más grande de Puebla actualmente tiene un peso de 12 kilos

¿Dónde comerlas en Puebla?

Hay cientos de lugares para saciar el hambre infernal y mimar el paladar. Sin embargo, los lugares por excelencia para comer una deliciosa cemita en la ciudad de Puebla son: Mercado de El Carmen, El As de Oro, La Arena Puebla, Estadio Cuauhtémoc, Mercado Venustiano Carranza y Mercado de La Acocota.

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