A varios secretarios de estado ya les dio la fiebre electoral.
Ahora están más preocupados por su sobrevivencia política que por cerrar muy bien la administración.
Y es que muchos de ellos ya están pensando en sus futuros cargos, están usando de plataforma política las secretarías, pero ya no están trabajando.
Lo malo es que ni trabajan ni dejan que la gente de abajo trabaje.
Y todo por el recochino “Ego”, pues se niegan a perder autoridad en sus respectivas secretarías.
Eso los lleva a indignarse si sus directores y jefes de departamento toman decisiones sin consultarlos.
Pero cómo los van a consultar si nunca están en donde deberían de estar. Andan en todos lados menos en misa.
Para evitar que las dependencias colapsen, los directivos están tratando de hacer lo que pueden, pero no los dejan.
Yo nada más veo a Olivia Salomón que anda de aquí para allá; a Julio Huerta usando a los alcaldes para que lo anden paseando; a Lizeth Sánchez repartiendo apoyos por todo el estado.
Vaya hasta a la Bety Manrique que no da una con la verificación y Ana Laura Altamirano con los programas de Desarrollo Rural.
Sí, a mis queridos amigos integrantes del gabinete estatal ya les dio la fiebre electoral. Quieren su hueso, pero no se atreven a soltar el que tienen.
Algunas dependencias están a punto de colapsar y los directivos tienen que estar sorteando entre los berrinches de sus secretarios y los resultados que los poblanos exigen.
No vaya a ser que salga más caro el caldo que las albóndigas.
Ojalá que les ponga un alto mi amigo Sergio Salomón Céspedes o que los ponga a trabajar. Porque hasta eso, a uno que otro los debe de tratar con pincitas.
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