Vaya idea: una marcha para deslegitimar otra marcha.
Una marcha convocada por el estado para decir que es ciudadana y demostrar ¿Qué?
¿El poder de movilización. Que la mayoría de la gente defiende la reforma electoral?
Al final esta marcha tampoco será ciudadana porque está convocada desde uno de los poderes.
Y habrá movilización por no decir acarreo, porque tampoco permitirán que lleguen menos personas a la manifestación convocada por los partidos de oposición.
La viabilidad de la reforma electoral no tiene que solucionarse en las calles, ni con el poder de convocatoria de uno u otro bando. Al final todos hablan desde los intereses de los partidos y del gobierno de López Obrador.
Creo que tiene pros y contras. El problema es que el gobierno de izquierda de López Obrador no está abierto al diálogo y eso es igual que todo lo que el PRI y el PAN han hecho.
Me extraña que a estas alturas no haya foros con universidades, con especialistas en la materia, que no se esté difundiendo desde el ámbito académico y solo desde la postura de los partidos políticos.
¿Por qué no escuchar a los sectores sociales, a los expertos, a la sociedad en general?
Y no, las calles no son de izquierda ni de derecha, las calles son de toda la gente. De todos los que tienen algo que decir, algo de expresar.
Una guerra de manifestaciones para la reforma electoral es tan estéril como muchos debates de temas absurdos en redes sociales. Se requiere de argumentos, de abrir el tema a la sociedad.
Y no soy de izquierda ni de derecha. Así como mucha gente que fue a la marcha del domingo que considera que esta reforma vulnera la democracia en México. E insisto, la propuesta tiene pros y contras; algo fundamental es la reducción del salario de los consejeros.
También la reducción de diputados y senadores, como la disminución de las prerrogativas. Debería de ponerse a discusión la vigencia de los OPLES, así como la disminución de los espacios en medios de comunicación.
Pero insisto, para eso debería de haber pela mentó abierto, foros de discusión. Y no marchas para legitimar una y otra propuesta.
Y menos tendríamos que hacer una marcha para deslegitimar otra.
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