¿Por qué tienes que ver Madres Paralelas?

Pedro Almodóvar es un cineasta que se desmarca de sus contemporáneos. Suya es la potencia de plantear álgidas historias, sin ocupar un monumental presupuesto que, en cambio, emplean otros creadores cinematográficos igual de relevantes, optando mejor por una simpleza en términos económicos.

Entiéndase que simpleza no significa sencillez, pues la primera impone otra clase de parámetros creativos. Con poco, Almodóvar narra con magnitud.

Es igualmente destacable que no ha caído ante el deseo de anclar sus filmes en otros países, en contraste a los más reconocidos cineastas mexicanos, quienes a la primera oportunidad migraron a Estados Unidos, siendo el caso de Alejandro González Iñárritu, solo por citar uno.

Almodóvar decidió hablar desde España, planteando incluso situaciones locales que elevó a un grado universal por ahondar en tópicos que se viven en cualquier parte del mundo.

Su estilo bebe directamente de la dramaturgia, arte que apuesta por los diálogos como principal potencia discursiva. Si bien es una afinidad que existe en toda su obra, esta ha sido aplicada con mayor rigor en sus últimas dos producciones, La voz humana Madres paralelas, donde la fuerza yace en el encadenamiento de las conversaciones, dejando en segundo término a las acciones no verbales como eje narrativo.

Es este último filme —recién estrenado en Netflix— donde el cineasta nuevamente ahonda en su principal discurso: la condición de las mujeres y la maternidad. Presenciamos la vida de Janis y Ana, dos mujeres de generaciones parcialmente distintas, quienes coinciden en el hospital donde darán a luz.

Cuidando la siempre complicada frontera del spoiler, contamos que ambas habrán de lidiar con su maternidad, desde costumbres y abandonos distintos, coincidiendo en que ambas luchan contra el mundo, ejerciendo como madres solteras, una con valentía y otra con temores.

El título de la película arroja bastante sobre dos mujeres, de realidades distintas, que encuentran su punto de inflexión, estando una cerca de la otra, intercalándose, yuxtaponiéndose como dos rostros de una misma moneda, replicando uno de los tratamientos ideológicos que Almodóvar ya dejó ver en Todo sobre mi madre (1999): la sororidad entre mujeres y la comunidad LGBT+ ante la incomprensión.

Y a este acompañamiento femenino se suma un periodo de la historia española que aún tiene secuelas en su sociedad. La Guerra Civil dejó innumerables desapariciones y muertes, las principales de hombres.

Madres paralelas habla de la búsqueda incansable de las esposas, madres, abuelas e hijas, para hallar los cadáveres de sus amados y darles sepultura: un descanso al alma que solo la identificación de los huesos pueden brindar. Honor y justicia para las mujeres que sostuvieron al país.

Almodóvar nos muestra a la familia Janis en una lucha perpetua por rescatar a sus asesinados y redignificarlos en la memoria histórica. Su solidaridad se entiende en este contexto por la fuerza que tuvieron para criarse, para apoyarse, ser una sola que llora en el hombro de su compañera.

De esa forma, encontramos el acompañamiento femenino en la adversidad de la guerra y en el nacimiento —el embarazo de Janis y Ana—. Incluso persiste esa unión en un momento revelador de Janis, que bastante serviría para romper cualquier lazo.

Sumando estas dos situaciones y el conflicto ético de Janis ante una verdad horripilante, Almodóvar nuevamente presenta un problema tan álgido, intenso y memorable, que no envidia a la mejor de las tragedias griegas, pues tiene el talento para contar problemáticas que remiten directamente a la condición humana —al hueso de nuestra composición como personas—, en fragmentos que nos hacen dudar qué haríamos nosotros si estuviéramos en la posición de la protagonista.

Es relevante abrir una interrogante. ¿Cómo alcanzar historias sublimes, cuya especial escena habrá de decidir el destino de toda una vida?, ¿cómo exhibir las pasiones, los miedos y las obstinaciones más grandes y repetidas del humano, dentro de un relato que las exhiba como situaciones irrepetibles, planteando casos que, parecerían, solo suceden dentro de la tramoya llamada ficción?

Las narrativas sobre las madres de Almodóvar van dirigida a todos los espectadores, pero deja particulares mensajes por género. A los hombres, exhibe las atrocidades que cometemos, los abandonos y arbitrariedades de su machismo, planteando que también podemos ser otra clase de persona que renuncie a las cadenas de las construcciones sociales persé. A las mujeres, la comprensión que puede haber entre en ellas y su fortaleza.

En lo particular, Madres paralelas también le habla a la sociedad española: dignifiquemos nuestro pasado, cambiemos, mientras encaminamos a las vidas futuras.

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