Ha comenzado la temporada de las promesas que los candidatos a la Presidencia de nuestro país hacen al pueblo de México, y con toda la extensión de la palabra lo menciono así, promesas, porque detrás de estos discursos propagandísticos, ninguno se atreve a mencionar la manera en la que podrían cumplir lo que se promete. Pienso amigo lector que ese debería ser el camino correcto, no hablar de “promesas de campaña” sino más bien de proyectos de gobierno.
Un plan de este tipo nos permitiría, por tan sólo instinto y con la mínima capacidad crítica, discernir sobre ¿qué alternativa podría ser la mejor? y en caso de que el compromiso fuera éste, mostrar con argumentos ¿qué proyecto podría ser el mejor?, alcanzaríamos amigo lector una gran madurez política nunca antes vista en nuestro país.
Pero ¿Qué es lo que nos ofrecen actualmente, y como siempre, los candidatos? en primer lugar hablar de una posible transformación del país señalando a los supuestos villanos cuyos intereses son muy particulares y que desde siempre han conspirado contra los mexicanos para impedir nuestro crecimiento. El sustento de este argumento es una revisión histórica de las peores crisis o eventos criminales siendo estos el eje de su discurso. No se presenta como tal una propuesta de proyecto de gobierno más que sólo una promesa de ser diferente y acabar con aquella forma de gobernar. En propaganda esta estrategia se llama “señalar al enemigo” pero como acabo de explicarle es tan sólo una técnica insuficiente.
La que continúa siendo una de las favoritas, y que parece ser que sigue siendo efectiva porque en México nos encantan este tipo de historias, es indudablemente el origen humilde y que por esta razón en caso de llegar al poder, se pensará primero en los pobres. Una historia que desde niños nos han trabajado bajo el modelo del presidente Benito Juárez que con mucho esfuerzo logró desde un origen rodeado de la pobreza llegar al más alto puesto en nuestro país. En este tipo de discursos propagandísticos, tampoco se presenta un proyecto de gobierno sino un simple ejercicio de ser diferente porque en algún momento también se vivió en la pobreza y casi por garantía de llegar al poder se puede promover desde las más altas esferas de gobierno, estímulos y reformas para que más historias a lo largo de nuestro México pudieran tener el mismo final.
Por último el discurso del más efectivo, el que presenta resultados que avalan su capacidad pero sin embargo tampoco se muestra con claridad un análisis de las problemáticas del país y la manera en la que puede emplearse esta experiencia para consumar algún cambio. Aunque por muchas razones suele ser la menos empleada, su efectividad puede ser muy interesante cuando se presenta un proyecto y no cuando el discurso sólo se queda al igual que las otras propuestas en una simple promesa.
Al final amigo lector estos 3 tipos de discurso que quizás logre identificar a lo largo de las campañas venideras tiene como estrategia captar su atención y marcar una diferencia con respecto a las demás propuestas, lo grave es que en cada proceso electoral todo este esfuerzo político queda simplemente en eso, una campaña que busca llamar la atención.
Le invito amigo lector a ser mucho más crítico e investigar más sobre los candidatos que aparecen en medios de comunicación en estos momentos. El verdadero cambio comenzará en las urnas con la decisión que usted en conjunto con todos los mexicanos tomemos sobre quién será el siguiente titular del ejecutivo, pongamos a trabajar a nuestros candidatos y exijamos más que una historia bonita, un proyecto de gobierno que pueda sacar al país adelante.
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