El tema requiere el mayor de los cuidados. Las advertencias y amenazas deben leerse con toda seriedad.
Desde los meses de agosto y septiembre en distintos puntos de la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP), aparecieron narcomantas que anticipaban la entrada del llamado “Operativo Barredora”.
Se trata del brazo armado, un grupo de sicarios del bestial Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Hay que decirlo, solo unas cuantas plumas se atrevieron a dimensionar la gravedad del asunto. En su momento Edmundo Velázquez apuntó: “El CJNG toca a la puerta en Puebla”.
La referida organización criminal de Nemesio Oseguera “El Mencho”, está en plena expansión. En el Estado de México de Delfina Gómez, el cártel está a punto de convertirse en el grupo dominante; en Chiapas pelea ciudades y regiones enteras con el Cártel de Sinaloa; en Morelos tiene de rodillas a Cuauhtémoc Blanco y en Guerrero Evelyn Salgado ni siquiera se atreve a mencionarlos.
En Puebla, el gobernador Sergio Salomón recibió delicados reportes que confirman la entrada del citado grupo. El mandatario no perdió un minuto; de inmediato solicitó al gobierno federal la presencia de la Marina Armada para reforzar los operativos que ya realizan la Guardia Nacional (GN) y el Ejército Mexicano.
En los hechos, Céspedes está coordinando el mayor despliegue de Seguridad Pública en la historia de Puebla. Nunca antes se había visto una estrategia semejante para blindar el estado.
Sin embargo, el Ejecutivo sabe que para contener la entrada del Cártel Jalisco no basta con el patrullaje de fuerzas federales. El solo recorrido de unidades con oficiales armados no va a detener la irrupción criminal.
El punto medular para el combate al crimen organizado, es la labor de inteligencia. El arma más poderosa no es un helicóptero artillado o un fusil Barret calibre .50, sino la información.
La verdadera embestida, estriba en recopilar datos de lo que sucede en el submundo delictivo. En estos momentos, una tarjeta informativa con datos de las casas de seguridad tiene una valía mayúscula.
Y en este rubro, los secretarios y directores de Seguridad Pública de la zona conurbada tienen un papel central.
En incontables ocasiones se ha dicho que frente a la entrada de un grupo criminal, surgen dos diferentes posturas. En primer lugar, los jefes policíacos que se saben en riesgo; que comprenden que sus elementos son los primeros en exponerse y por lo tanto facilitan a la Mesa de Seguridad la información que tienen.
Pero está el otro bando; los mandos que dicen no tener conocimiento y fingen porque están coludidos hasta el tuétano.
El gobernador Sergio Salomón debe encabezar reuniones privadas con los presidentes municipales y sus mandos policiacos para conocer de propia voz lo que saben.
El Cártel Jalisco está liquidando a los narcomenudistas tradicionales para tomar su lugar y controlar la venta de enervantes en toda la zona metropolitana.
Por ejemplo, en días recientes circularon las imágenes del “levantón” a Juan N. alias “Nacato”, un cabecilla narcomenudista de Santa María Xonacatepec, junta auxiliar de Puebla capital. Ese hombre fue torturado hasta revelar los menores detalles de otros distribuidores. En el momento que sus captores vieron que ya no sabía más, lo ultimaron.
La única forma -repetimos la única-, en que un cártel pueda tomar el control de una ciudad o un estado, es con la complacencia de las autoridades políticas y en Puebla es claro que el gobernador Sergio Salomón no va a vender la plaza.
Al contrario, está enfrentando el mayor desafío de su administración.
Sin embargo, no podemos afirmar lo mismo de varios presidentes municipales de la zona conurbada quienes desde este momento ya cohabitan con bandas de narcomenudistas.
Para esos ediles lo más cómodo será cambiar de aliado criminal.
Al tiempo.
Como siempre quedo a sus órdenes.
X @CupulaPuebla
cupula99@yahoo.com
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