Filomeno Sarmiento y su silencio cómplice en el Caso Beberly

¿Alguien ha visto al presidente de Cuautlancingo, Filomeno Sarmiento Torres?

Porque anda muy escondido. Y no ha dicho esta boca es mía ahora que Puebla se volvió nuevamente viral en redes sociales y medios electrónicos tras el caso de Beberly Vega Oropeza, caso que ocurrió en su jurisdicción y que pasó por sus policías.

El caso de Beberly generó que nuevamente volteen a ver a Puebla y no por el mejor de los casos.

La joven fue detenida acusada por intento de robo y lesiones en contra del chofer de Uber, Romeo N. y después fue enviada a prisión preventiva. La madrugada del sábado fue liberada después de que la juez de control Karla Patricia Ambrosio, de la Casa de Justicia de San Andrés Cholula, corrigió al contar con información y datos de prueba que casualmente no habían sido reportados por la Fiscalía.

Y en la audiencia apareció el dato que brincó: el actuar de los Policías Municipales de Cuautlancingo.

El papel que tuvieron los dos uniformados que llegaron la noche del viernes 21 de enero a la junta auxiliar de Sanctorum, en la esquina de la calle Río Atoyac y Revolución, a pesar de haber sido enviados a atender un reporte de violencia contra la mujer, y de que se encontraron a Beberly sometida por el conductor de Uber.

Los uniformados vieron a Romeo N., quien tenía a la joven tomada del cabello y la tenía sometida, presionando su rostro contra el piso. Aplicaba todo su peso con las piernas en su espalda. Y encima acusaba que él era la víctima.

Pues esto, lo creyeron los policías de Filomeno Sarmiento.

Creyeron toda la versión de Romeo quien la acusó de intento de robo cuando él fue quien quitó el cinturón para sugerir que la violaría, la amenazó con un cuchillo de 20 centímetros y la mantuvo cautiva mientras cambiaba la ruta de su viaje en el Uber.

Los uniformados –quienes están plenamente identificados en la Carpeta de Investigación– jamás cuestionaron la versión de Romeo N. y en vez de atender con perspectiva de género los hechos que estaban encontrando, casualmente creyeron el desmayo del conductor de Uber, quien dijo sentirse mal al ver la sangre de sus heridas tras la riña.

Tres llamadas al número 911 exhiben a los uniformados. Todos los testigos que llamaron esa noche para reportar lo que pasaba vieron lo mismo. Una joven golpeada por el chofer y siendo sometida. Todos lo vieron, menos los policías. O algo ocurrió que en ellos vino el “pequeño” error y el cambio de ruta para la historia de Beberly.

De ahí vino todo mal y la joven pasó una semana en el penal de San Pedro Cholula.

Y pues, hasta el momento, no hemos visto que el alcalde panista, Filomeno Sarmiento Torres, haga algo para ubicar el informe policial homologado de los hechos y revisar qué ocurrió en sus huestes y sobre todo con sus uniformados.

Porque la tragedia de Beberly empezó con el ataque del chofer, pero los uniformados de Cuautlancingo fueron quienes le pusieron la soga al cuello.

Afortunadamente las cosas para la joven se han puesto en su lugar. Después de que a su familia, la esposa del conductor le exigía 200 mil pesos –casi en tono de extorsión– y después bajó la cifra solamente a 100 mil, de la Casa de Justicia de San Andrés tanto el conductor de Uber como su esposa se fueron sin nada.

Todavía la mujer del chofer tuvo el descaro de decirle a la familia de Beberly: “Se salieron con la suya”.

Por lo pronto, Beberly no quiere volver a Puebla. No quiere. Su familia, menos.

Pero, aún en las autoridades poblanas está el poder cerrar enmendar esos cabos sueltos.

Esperemos que Filomeno Sarmiento haga algo con sus uniformados.

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Edmundo Velázquez

Edmundo Velázquez

Es egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y cursó la maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos...