Pan de burro: conoce la historia de esta delicia de las ferias mexicanas
Quien lo prueba se enamora totalmente de este delicioso alimento, que ya llegó al extranjero, como Estados Unidos y España
Los mexicanos amamos ir a las ferias de pueblo, pues podemos comer antojitos que pocas veces encontramos juntos en un mismo lugar, como por ejemplo las chalupas, los esquites y los molotes, pero sin duda lo que no puede faltar en estas celebraciones es el pan de burro.
Este pan redondo es una combinación entre dulce y salado, por lo que cualquiera puede saborearlo y muy pocos le hacen el feo.
Y es que como buena pieza poblana perfecta, el pan de burro es originario del estado de Puebla, en México.
Está elaborado a base de panela, azúcar y manteca de cerdo. La masa que se forma se cocina dentro de hornos de piedra sin ingredientes artificiales, por lo que su producción es totalmente artesanal.
Cabe mencionar que gracias a sus ingredientes naturales, puede durar varios días sin descomponerse.
Se sabe que quien lo prueba se enamora totalmente de este delicioso alimento, que ya llegó al extranjero, como Estados Unidos y España.
¿Cuál es la historia del pan de burro?
Pero el origen del pan de burro es humilde, pues proviene del municipio de San José Miahuatlán, aunque también se produce en Ajalpan y Tehuacán.
Según la historia, durante la época de la Revolución Mexicana, el pan de burro proliferó en las calles, pues era vendido por arrieros que transportaban el alimento durante las circunstancias difíciles por las que atravesaba el país. Fueron los héroes sin capa que dieron a conocer este delicioso alimento a lo largo de la república mexicana desde la mixteca poblana.
Los arrieros utilizaban burros para moverse a lo largo y ancho del país. Llevaban el alimento enredado en petates para conservar su frescura y sabor, por lo que el nombre de pan de burro se hizo muy popular.
Al enterarse, los panaderos pusieron figuras de burro en los moldes donde elaboraban este delicioso manjar.
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El pan de burro ha resistido el paso del tiempo, la aparición de los alimentos procesados y el abandono de nuestras costumbres y tradiciones, lo que demuestra una vez más que la gastronomía poblana está a la vanguardia y sigue conquistando cualquier paladar.
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