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El bajo desempeño en el aprendizaje de las matemáticas tiene como origen factores emocionales de los estudiantes. Por este motivo, la investigadora de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), María Dolores Lozano Suárez explicó que los profesores deben de fomentar el desarrollo de habilidades cognitivas.

En entrevista, la investigadora del departamento de Ciencias de la Educación, expresó que los alumnos deben eliminar las creencias que obstaculizan sus capacidades para resolver problemas matemáticos.

De acuerdo con María Dolores Suárez, los estudiantes generan una falsa idea sobre el aprendizaje de las matemáticas, cuando acumulan malas experiencias en los salones de clases.

Por esta razón, los alumnos deben entender que para evitar una mala calificación tienen que crear habilidades de estudio.

Para generar estos hábitos, es importante que los profesores cuenten con una capacitación que ayude a fomentar una autosuficiencia emotiva en los alumnos.

De esta manera, la investigadora de la UDLAP enfatizó que los estudiantes dejarán de considerarse como personas incapaces para resolver ejercicios matemáticos.

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Los profesores necesitan capacitación

En México, la implementación de un modelo educativo europeo no representa una solución para corregir los rezagos en la enseñanza de las ciencias exactas.

Para María Dolores Suárez, sería un error adoptar modelos educativos de países del primer mundo, porque esos planes de estudio están adecuados al contexto cultural europeo.

Por lo tanto, la investigadora sugiere una mejor capacitación para los profesores, porque los alumnos tienen que aprender a construir conceptos matemáticos y dejar de memorizar.

Una mala experiencia con las matemáticas

En el ensayo personal “No hubo barco para mí”, el escritor y divulgador científico, Luis González de Alba, explicó que por una mala experiencia con las matemáticas eligió estudiar sicología.

El divulgador de la ciencia recordó que, al llegar a la Ciudad de México desde Guadalajara, compró la Guía de Carreras y tuvo que descartar las opciones de Astronomía y Física. La decisión la tomó porque observó con terror que el 100% del contenido de esas licenciaturas eran las matemáticas.

Su mala experiencia con las ciencias exactas surgió durante una clase de Cálculo, aquella materia la impartió un ingeniero del que nada aprendió. Por ese motivo, pensó que carecía de la capacidad para comprender ese tipo de conocimiento.

Sin embargo, cuando Luis González fue un preso político en Lecumberri, asistió a una clase de matemáticas que los detenidos por el movimiento estudiantil de 1968 ofrecían. En ese taller, el escritor le encontró un sentido práctico al Cálculo.

Así que nos comenzamos a dar clases entre nosotros. De esa forma descubrí que el Cálculo no era un misterio, siempre y cuando le explicaran a uno qué cosa estaba haciendo, qué buscaba. Explicado eso, ya todo el aparato de multiplicaciones, divisiones y búsqueda en tablas tenía sentido”, explicó Luis González de Alba en el libro “No hubo barco para mí”.

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