Puebla, 25 de abril del 2024

Cuando esto pase, juntémonos para llorar

Por Arquímides Ríos Andraca / /
Cuando esto pase, juntémonos para llorar
Foto: Central
inte obrassatanas

Para:

Benito, Juan José

Mayra, Oscar, Rene...

Era de cachetes colorados, robusta y en mi niñez siempre la vi reírse. A mí me encantaba estar en la casa familiar de los Patrón Apreza, era muy espaciosa y siempre había mucha comida, a su regreso a Europa, cuando en la sala platicaba muy emocionada las vicisitudes de su viaje, yo la interrumpía con las preguntas más tontas, y ella me contestaba con mucha paciencia y muy cariñosa hasta que mi mama me dio un tremendo pellizco y me saco al patio a jugar, no interrumpas es platica de grandes.

Estuve incontables veces en la Ciudad de México en su casa, esta estaba conectada por unas desvencijadas escaleras de madera a la casa de mi tía Noelia, y, a su vez, la casa de mi tía Noelia estaba conectada a la casa de mi tío Sergio, por una ventana.  Ese era nuestro territorio de juegos de todos los primos, podíamos comer en cualquiera de las tres casas, pero yo tenía que dormir en la casa de mi tío Sergio.

Se querían mucho con mi mama, compartieron su niñez, junto con 40 primos hermanos  más, en un lugar mágico: Chautipa.

Aún recuerdo el día en que mi tío, Ramón Patron Acevedo llego a la casa materna con una hermosa camioneta cheyene del año; mi tío siempre había sido de autos, y, por fin, a principios de los años 90s, había llegado la carretera a Chautipa.

Me encantaba platicar con él de política, era médico de profesión y político apasionado. Lucho por obtener la candidatura del PRI a la alcaldía de Olinalá, yo estuve ahí en el cónclave y fue un simple dedazo el que selecciono al candidato. No se acobardó y posteriormente fue ungido candidato por el pan. Meses después de su derrota platicamos ampliamente, con el análisis detallado de lo que había pasado, pero no tenía ni tristezas ni rencor, al final se la había pasado muy bien en su municipio natal.

Chautipa era un lugar sin carretera, sin luz, sin agua potable, sin teléfono, pero nada de eso le hizo falta para forjarse un nombre y una carrera a mis tías Juanita a mi tío Ramon, y a todos mis otros tíos, incluyendo a mi mama. Mi tío Ramon, en su libro autobiográfico, emula esas vivencias y ese amor a esas tierras: sabía donde cortar guayabas, se bañaban cada 8 días en la barranca grande, trabajaba arduamente el campo; es más, mi mama me mostró la poza donde se bañaba. Cada 16 de septiembre es obligado ir ahí a los elotes.

En ese espacio forjaron su carácter, su sentido de pertenecía, el 80% de las cosas que necesitaban para sobrevivir las producían ahí; es una familia, grande, unida y trabajadora, no hay forma de explicar lo que fueron ellos sin esa niñez tan prodigiosa.

 Duele que, en estos momentos en los que estamos acostumbrados a estar todos juntos físicamente, no lo podamos estar.

 Tía Juanita gracias por sus sonrisas, tío Ramon gracias por sus consejos.                               

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