29 de Marzo del 2024

Notas sobre Estados Unidos

Por Fernando Montiel T. / /
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En 2010 la policía de Túnez decomisó a Mohamed Bouazizi un pequeño puesto en el que vendia frutas. Desesperado por no tener nada más en un país en el que no había ya nada más, se prendió fuego como última forma de protesta.

Ese fue el principio de la Primavera Árabe que tocaría a una veintena de países del norte de África y la península arábiga a lo largo de 2 años (2010-2012), llevándose consigo a dictaduras tan largas y atroces como la de Hosni Mubarak en Egipto, que entonces era el tercer receptor de asistencia militar estadounidense sólo por detrás de Israel y Arabia Saudita.

... y todo por unos policías que le quitaron un puesto ambulante a un muchacho.

¿Fue así? No, exactamente. La inmolación de Bouazizi fue sólo el detonador, no la causa del movimiento social. Tal y como en Estados Unidos la muerte George Floyd fue el detonador que ha hecho visible, por vía de la violencia directa, la violencia estructural y cultural que históricamente ha aquejado a la sociedad estadounidense: fracturas de raza y clase que no son nuevas y que de tiempo en tiempo afloran.

¿Alguien recuerda los disturbios de Los Ángeles en 1992 por la absolución de los policías que torturaron -en video- a Rodney King?

¿Alguien recuerda los disturbios en Francia en el 2005 por el asesinato por la policía de dos muchachos musulmanes de origen africano que en su punto más algido dejó el saldo de algo más de 1,200 coches incendiados en un solo día?

No hay que confundir causas y consecuencias: la tragedia individual es un síntoma, no una causa. Y nadie que sea ciego a la violencia estructural y cultural -es decir, a las fracturas profundas e históricas de una sociedad- puede reclamar conocimiento o entendimiento de procesos políticos o comunitarios sin hablar desde la ignorancia.

Y esto es tan válido en Túnez y Egipto, como lo es en Francia, Estados Unidos, México o América Latina.

Posdata.- Pueden arrestar y encarcelar a los policías culpables, pero eso sólo atiende la impunidad individual sin alterar la desigualdad social. Sería un buen paso, pero sólo sería la punta del iceberg.

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