De la forma más burda y cínica, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador anunció este 3 de marzo que la venta de los boletos de lotería para la rifa del Avión Presidencial iniciará el 9 de marzo.
El mismo día que por primera vez a nivel nacional se ha organizado el paro de mujeres #UnDíaSinNosotras.
Al presidente no le dio si quiera tantita vergüenza pensar que al menos “se vería mal” lanzar una rifa tan burda en un momento social de tal importancia.
Las interpretaciones que hace semanas se hicieron en diversos análisis periodísticos, en los que evidenciaban que la rifa del avión era una cortina de humo para tapar problemas como el estancamiento económico y el fracaso del Instituto de Salud y Bienestar, se comprobaron.
El Avión Presidencial ha resultado una larga cortina que de entrada intentará ocultar otros temas que sí son importantes, empezando el 9 por el paro de mujeres.
Y es que a este movimiento se han unido ya las empresas más importantes del país: Bimbo, Volkswagen, BBVA, las universidades de mayor renombre y un sinfín de gobiernos y dependencias gubernamentales.
Pero López Obrador cree que es aún más poderoso que el movimiento nacional y el 9 de marzo, les quitará reflectores a las mujeres y los dirigirá hacia la venta de los primeros cachitos de la Lotería.
Por supuesto será difícil de lograr que la sociedad mexicana, en protesta, decida no comprar ese día los cachitos, porque ha resultado un tema extremadamente popular.
Más allá de todo, la decisión de López Obrador refleja su machismo y la poca importancia a un movimiento legítimo que, además, responde a una situación real, el asesinato de mujeres en razón de su género.
Tan solo en tres meses en Puebla han sido asesinadas de forma violenta 31 mujeres, es decir, en promedio cada tres días matan a una mujer.
Ni las campañas ni el incremento de penas ni la visibilización de las víctimas ha funcionado. Al presidente tampoco le importa que funcione.
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El pasado fin de semana, en Central publicamos una nota sobre la diputada federal del PES, Nay Salvatori. La noche de ese sábado estaba yo muy tranquila revisando las historias de Instagram, cuando me apareció su video burlándose de un hombre tirado en la calle.
En la nota destacamos la saña de una legisladora federal, que se debe al pueblo, de exhibir a alguien que estaba tirado en la calle. Asumimos, sí, que se trataba de un indigente, pero eso era lo menos importante, era persona y punto.
De inmediato, Nay Salvatori creyó que debía desmentir que se trataba de una persona en situación de calle y asumir, bajo su criterio personal, que era un alcohólico, un “ebrio”, dijo ella en tono despectivo.
Por supuesto es algo que tampoco ella puede afirmar, puesto que para ella el vaso que estaba a un lado de él era alcohol, yo personalmente pensé que alguien con más corazón le había dejado un vaso de agua. Todo depende del cristal con que se mire.
Por cierto no era homeless, andaba ebrio pero en fin, vivimos en el mundo en donde todos juzgan y quieren destruir.
— Nay Salvatori (@Naysalvatori) March 1, 2020
Me da lo mismo lo que piensen.
Ah y tampoco es mi ex @DavidSerna_G ven cómo creen puras mentiras y babosadas, gente sin criterio.
Saludos pic.twitter.com/mGcA3FHj4R
El punto es que nadie se puede burlar de otra persona, tomarle un video sin su consentimiento y exhibirlo en redes sociales, solo porque “es alcohólico”. Si no lo sabe la diputada, el alcoholismo es una enfermedad.
Así mismo, su pareja, David Serna se burló de ella grabando por la espalda a una niña de la calle vestida de payasita, le gritó “Nay”, como llamándola, para hacerla voltear, no era un alcohólico ni un indigente, era una niña explotada laboralmente. De esa calidad de persona estamos hablando.
Sobre la corrección sobre su situación sentimental con David Serna, es lo que menos interesa, lástima que haya gastado tanto tiempo en Instagram en dejarnos claro el estatus y no en que sea usted una persona con humildad digna de la representación ciudadana que se le ha encomendado.
