25 de Abril del 2024

#NiUnaBataMenos o cuando el fuego conoció la gasolina

Por Viridiana Lozano / /

Guiapara interior viri

El movimiento #NiUnaBataMenos ha crecido tanto en tan solo una semana que se ha vuelto muy complicado acotarlo a su origen inicial.

El 25 de febrero surgió como una manifestación por el asesinato de tres estudiantes de Medicina, uno de ellos de la BUAP, y el conductor de UBER que los trasladaba de Huejotzingo a Puebla.

Al día siguiente el paro se extendió a las 22 facultades y todos los departamentos administrativos de la institución. Y ahora parece que no se levantará nunca, porque pretenden que su pliego petitorio se atienda al 100% con la firma del rector y del gobernador.

Aunque las peticiones no se han oficializado, los universitarios tienen decenas de ideas sobre qué podrían pedir ahora que son escuchados, casi casi desde papel para los baños hasta reducción de costos administrativos, muchas de ellas van más allá de la seguridad.

Y aunque fueran solo sobre seguridad son enormes: cámaras de vigilancia alrededor de la institución, vigilancia en los paraderos en los que normalmente toman y bajan de sus rutas, y hasta cambios logísticos importantes para los que salen a hacer prácticas en municipios considerados como peligrosos, al interior del estado.

Esta semana hay una oportunidad tanto para el gobierno como para el rector, Alfonso Esparza, de transitar a un “paro activo”, en el que sigan las manifestaciones pero se reanuden todas las actividades.

En las últimas horas todo el esfuerzo se dirigió a levantar el paro administrativo, que ha detenido la emisión de la convocatoria para nuevo ingreso, el pago de becas, firmas y sellos de documentación oficial, y hasta ha puesto en riesgo a las especies del Jardín Botánico.

El verdadero problema se dará si los estudiantes de plano no están dispuestos a reanudar clases hasta que, bajo su único criterio, se hayan cumplido las peticiones. Incluso han creado para ello un Comité Estudiantil Interuniversitario, que supone una organización más clara y fuerte.

El problema de que los estudiantes se hayan convertido en el cerillo que enciende la gasolina no es únicamente para la máxima casa de estudios. El gobierno estatal también tiene una preocupación importante sobre el tema.

La causa estudiantil es la de la mayoría de los poblanos: la inseguridad, y bajo esa premisa el apoyo social y la opinión pública estará de su lado.

Pero, además, otros sectores han empezado a ver oportunidades legítimas de sumarse.

Inteligentemente, los transportistas convocan a condonar el pago del pasaje a los estudiantes de Medicina, y después de tal generosidad hasta plantean unirse a ellos en las marchas.

Algunos partidos políticos, con el mayor sigilo, también empiezan a analizar vías para apoyar el movimiento que hace crecer la percepción de inseguridad en la entidad, y que claro que los ayudará para derrotar a Morena en las elecciones intermedias.

Pero, además, el movimiento ha escalado a nivel nacional y habrá que ver qué tanto mueve este lunes la marcha de la UNAM en la Ciudad de México.

La manifestación, por lo que yo veo, está lejos de detenerse, pero el mayor poder de ella es que los estudiantes han descubierto que son capaces de organizarse para pedir.

Tal vez, solo el Cornavirus tenga el poder de detenerlo. Así como en su momento el tema nacional de los 43 de Ayotzinapa bajó los reflectores del Caso Chalchihuapan, que tenía a Rafael Moreno Valle en la guillotina nacional.

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