En la reunión que la semana pasada tuvo el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, con los diputados locales de Puebla y su dirigente estatal, Genoveva Huerta, confirmó sus sospechas.
A Marko Cortés ya no le queda duda de la traición que ha cometido Genoveva Huerta en contra del partido, y su interés por vender la candidatura a la alcaldía de Puebla en la elección de 2019.
Para el líder nacional ha tomado gran relevancia la elección intermedia en Puebla, luego de que recibió una encuesta en la que Morena aparece solo con el 8% de posibilidades de conservar la capital del estado, y la situación se repite en varios de los municipios más importantes del país.
No quiero decir que ahora sí estén decididos a blindar al partido y pelear por la presidencia municipal, vimos claramente en la elección pasada que el PAN jugó a perder con Enrique Cárdenas como su candidato a la gubernatura.
Incluso en aquel momento el nivel de negociación planteaba incluso que Acción Nacional ni siquiera lanzara candidato a competirle a Miguel Barbosa.
Lo que pasa esta vez es que ni Marko Cortés ni los demás líderes morales del partido en Puebla permitirán que, si existe una negociación, se lleve a cabo sin que ellos resulten beneficiados y ahora tienen números para negociar.
Con el triunfo de la alcaldía de Puebla para el PAN, el partido tiene en sus manos un boleto que puede comprarles hasta la impunidad, pero no saben si alcanzará para todos: los investigados por la Función Pública, los notarios pirata, los que recibieron títulos patito y los que vaciaron por millones las arcas del pueblo durante el morenovallismo.
El PAN tiene dos opciones: pueden ir con todo y recuperar la alcaldía de Puebla y las diputaciones locales, servirían ahora sí como oposición del gobierno y tendrían presupuesto para después buscar recuperar la gubernatura.
Pero también el miedo a perder, o la falta de unidad que ahora mismo impera en el grupo, podría llevarlos a entregar ese boleto a cambio de impunidad, solo que no están seguros cuántos cabrán en esa bolsa y a quiénes si quiera incluirían, porque muchos de ellos decidieron, si bien no una traición tácita como la de Gerardo Islas y Marcelo García, sí desaparecer de la escena pública.
En todo lo anterior versa la importancia de conservar o no a Genoveva Huerta en la dirigencia del partido, porque ahora mismo ella es la dueña de ese boleto que en una cara trae el triunfo de la alcaldía y el Congreso, y en la otra la impunidad de ciertos morenovallistas.
Los morenovallistas se han vuelto a reagrupar para arrebatarle el gran poder, pero ahora Marko Cortés ha volteado la mirada y también desea esa poderosa fuente de negociación con Morena.
Con un premio tan alto y la desesperación del panismo poblano, podrían terminar destrozándolo y con las manos vacías.
