El año de inestabilidad política que pasó Puebla entre las campañas electorales de 2018 y 2019 tuvieron eco en la visión de una silla vacía en el trono del gobernador estatal.
Las ejecuciones, los robos y la violencia en general que percibieron los ciudadanos no se calmó con la llegada del gobernador Luis Miguel Barbosa y tampoco con la instalación de Miguel Ildefonso Amezaga en la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.
¿A qué se debió?
A pesar de que se han redoblado los operativos y hasta se han realizado modificaciones al interior del penal de San Miguel (en donde muchos problemas terminan haciendo nido), la percepción de inseguridad prevalece.
Quizá Puebla atraviesa por el mismo fenómeno que el país enfrentó entre 2008 y 2010.
A pesar de las dinámicas a nivel nacional para la atención de la inseguridad, el gobierno federal implementó una serie de operativos coordinados con los tres órdenes de gobierno en zonas elementalmente peligrosas, donde la violencia ya era un habitante regular.
El investigador Eduardo Guerrero en su publicación de junio de 2011 en la revista Nexos detectó una expansión territorial de la violencia basado en el número de ejecuciones en municipios de todo el país.
Esta investigación identificó la multiplicación de cárteles, la multiplicación de organizaciones locales y además se pudo apreciar que cada vez más municipios (en un lapso de tres años) presentaban más de 12 ejecuciones al año.
La situación obedeció a que cada vez más, los operativos federales, detenían a cabecillas de cárteles y organizaciones delictivas locales.
El problema no acabó a pesar de los operativos. Al contrario. Se infestaron de nuevos líderes y aparecieron cabecillas que antes, en los documentos de inteligencia federal, no aparecían. Ni los habían visto nacer.
Ocurrió un efecto Medusa. Le cortaban una de las serpientes en la cabeza de la mítica gornona pero aparecían tres más.
Los cárteles encontraban nuevos líderes: las organizaciones locales se heredaban y a veces las pugnas entre los mismos miembros y lugartenientes generaban nuevos grupos.
En el nivel micro, a Puebla le pasa lo mismo.
Hasta hace unos meses según información de Inteligencia en el municipio por lo menos había siete grupos fuertes dedicados al narcomenudeo en el Norte, Sur, Centro y Oriente de Puebla.
Entre estos siete grupos se encontraba el de Christian N., alias “El Grillo”.
Pero, según información a la que tuvimos acceso la lista se ha hecho aún más grande. Prácticamente se duplicaron.
A raíz de las detenciones de Julio N., alias “El Julio Mix” y “El Grillo” la lista de líderes locales, de cabecillas y micro cárteles es de aproximadamente 15 a 17 grupos.
Por los menos 15 de ellos se tienen identificados y hay información que establece a dos nuevos grupos.
Acá dejamos la última publicada en PÁGINA NEGRA:
VER: Estos son los señores del Narcomenudeo Poblano:
Entonces… ¿la estrategia de pulverizar a los grupos delincuenciales locales funcionará?
Y si eso está pasando con el narcomenudeo en Puebla Capital, ¿qué pasará con todos los grupos delictivos que operan otros delitos en el estado?
¿Seguirán creciéndole serpientes a la cabeza de Medusa?
***
Cartas negras
Se comunicó a la redacción de PÁGINA NEGRA el regidor José Iván Herrera Villagómez.
El regidor aseguró que la información entregada en el sentido de que él protegió a la barbería transfóbica “Chris The Barber” (tristemente célebre por el caso de Ciro Montenegro), es falsa.
Obligado a escuchar su versión, vía WhatsApp, hablamos brevemente sobre el tema.
Acá dejo el documento exponiendo sus argumentos.
Servido, pues.
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