25 de Abril del 2024

El caso de la barbería transfóbica en Puebla  (O cuando no entienden que no entienden...)

Por Edmundo Velázquez / /
El caso de la barbería transfóbica en Puebla  (O cuando no entienden que no entienden...)
Foto: Central

 CUENTA HASTA DIEZ

He detectado demasiado odio desde varias comodísimas cuentas de redes sociales sobre el caso de la discriminación que sufrió el joven Ciro Montenegro en la barbería “Chris The Barber”.

Hombres, en su mayoría, simplemente han criticado, señalado y hasta defendido a la barbería por negarle el servicio a un muchacho transgénero poblano.

La barbería, localizada en la colonia Anzures, se volvió el pretexto para ofender a las personas transgénero.

Y parece que los detractores de este importante sector de la comunidad LGBTIQ no se detuvieron a pensar.

Solamente los descalificaron. Y de entrada exhibieron no solamente su arrogancia, su machismo y su transfobia.

También exhibieron su ignorancia, porque de entrada, cuando se publicó la nota inicial, pensaron que hablábamos de una chica transgénero que llegó a tocar a la barbería casi en tono provocador, deseosa de reflector, así que se abocaron simplemente a señalar a las mujeres trans.

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Y pues la cosa no fue así. Ni es tan complicada. De verdad, aunque su machismo no les deje entender que un hombre trans y una mujer trans son totalmente distintos.

Ciro, el joven que sufrió la penosa anécdota es un hombre transgénero que se asume como tal, ¡como hombre! Nació mujer y seguramente se encuentra en su proceso de cambio y consolidación, quizá con ayuda de hormonas o no, pero que él se considera ya un hombre.

Y simplemente los detractores y haters de la comunidad LGBTIQ en general no se detuvieron a identificar cuál era el caso.

Los propietarios y administradores de la barbería también, en un penosísimo y mal redactado comunicado, exhibieron que no entendían.

Y quizá tanto los haters como los administradores de la barbería están en su derecho de no entender.

Pero hay algo que tienen que hacer y están obligados por la simple y sencilla razón de que en este país ya no se puede discriminar: están obligados a respetar.

Los hombres transgénero que por supuesto pueden recibir un corte de cabello en cualquier barbería.

Incluso hay hombres transgénero a los que les sale más barba que muchos hombres eque conozco.

El concepto de masculinidad se ha derribado tanto que hasta la revista Men's Health (revista que tienen incluso entre los estantes de la barbería Chris The Barber) presentó en los años 2015 y 2016 a sus primeros modelos transgénero en portada, el primero de ellos fue el modelo norteamericano Aydien Dowling y el segundo fue el alemán Benjamin Melzer.

Y desde entonces muchos más transgénero han posado para la portada de esta revista considerada la Biblia de la masculinidad.

El argumento de la barbería, tanto en las palabras del empleado que le negó el servicio a Ciro como en su rebuscado comunicado, exhibe que no entienden, que no quieren entender y sobre todo, que no les importa el respeto a la comunidad LGBTIQ.

Por lo pronto yo he tachado esta barbería de los sitios a donde iba.

No vaya a ser que yo también sea discriminado por entrar de la mano con mi marido.

Y ahí ya tienen dos clientes menos.

Porque, según la barbería y su decálogo de la masculinidad y la imagen que el hombre debe de presentar, no les importa perder clientes mientras ellos conserven su imagen de ultra machitos.

Que se queden con sus clientes que aplauden la discriminación, como muchos que los han aplaudido en redes sociales pero que dudo que paguen 350 pesos por un corte y una afeitada.

Mejor así, que no insulten y que se quedan sin los pesos de los miembros de la comunidad LGBTIQ que acudían al sitio y ahora, por temor a ser discriminados, no volverán.

Y claro, aún falta saber qué hará el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, máxima autoridad en el país que conoce de estos temas y a donde ya acudió el joven a denunciar los hechos.

También es un caso para que intervenga el Ayuntamiento de Puebla porque en una “ciudad incluyente” esto no debería ocurrir.

Porque en una “ciudad incluyente” todos podrían recibir el servicio que gusten, ¿o no?

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