Thursday, 12 de December de 2024

El lado oscuro de la autosuficiencia

Por Betzabé Vancini / /

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El empoderamiento ha sido el concepto clave para las mujeres –y hombres también- en los últimos años, sin embargo, tan maravillosa como es la independencia tiene también su lado oscuro. La soledad, los sentimientos de vacío, la insatisfacción en las relaciones interpersonales y la ambición profesional desmedida, son parte de las consecuencias negativas de esta bonita práctica de “bastarse solo”.

Si estás dentro de este esquema de independencia, más de una vez habrás necesitado la ayuda de alguien y te habrás dado cuenta de que ya ni siquiera sabes cómo pedir ayuda. Sí, ayuda. ¿Qué es eso? Es cuando te das cuenta que no puedes con algo –así sea una labor sencilla o una necesidad emocional- y acudes a una persona cercana para que te auxilie. Resulta que los que nos clavamos mucho en esto de “yo no necesito de nadie” y “yo lo puedo todo” hemos encontrado finalmente el muro contra el que chocaremos nuestra cabeza muchas veces: ¿y si yo no puedo, entonces no se hace?

Es entonces que entramos en necedades: aceptar más trabajo del que podemos porque nadie más nos va a proveer o a cooperar, hacerle arreglos a la casa, hacernos cargo hasta el punto de agotamiento físico. Este desgaste se vuelve también emocional, porque eventualmente, después de una interminable faena para sostener la vida en general, llegamos a un momento de burn out en el que nos sentimos profundamente frustrados y desanimados. Es ahí cuando normalmente queremos voltear alrededor a ver si alguien nos cacha y, usualmente, no hay nadie porque nos hemos encargado con nuestra autosuficiencia de empujar para afuera a todos aquellos que, voluntariamente, ofrecen una mano.

Pero bueno, no quiero que piensen que uno tiene la culpa por andar ahí de valiente aventándose la vida completa a cuestas. Los otros también tienen su parte: porque pareja, amigos y familia entran en una posición muy cómoda en la que es más fácil pensar “Juanit@ es autosuficiente” que preguntarle si necesita algo. Porque es más fácil echar porras diciéndole “Tú puedes” que ser solidario y acompañarle con un abrazo o con unas palabras de aliento cuando se desanima.

 Y es que cargar el mundo y cargarse a uno solito cansa, ¿apoco no? Creo que de ahí por eso mucha gente se va al extremo de volverse muy dependiente y de colgarse siempre de otros para que le mantengan, le auxilien, le resuelvan. Eso no está bien porque uno no puede andar por la vida condicionando su supervivencia al buen corazón o a la obligación que ponemos en otros. Eso es ser un lastre.

¿Cuál es el punto medio aquí? Reconocer que sí bien eres increíble, también tienes limitaciones y que hay que desarrollar ese SUPERPODER de aprender a pedir ayuda cuando se necesita. Saber que muy probablemente muchas veces te vas a topar con la puerta en la cara porque tus amigos, familia y pareja, están acostumbrados a que siempre salgas adelante por tu cuenta, pero que en la medida en la que expreses explícitamente tus necesidades, éstas podrán ser satisfechas. Por ejemplo: “te cuento no para que me des la solución, sólo necesito que me escuches”, “necesito reírme y distraerme un rato.” ¿Ves? No es tan difícil.

Y si de todas formas sientes que a veces en esta autosuficiencia te metiste en camisa de once varas y no hay para dónde, pues puedes recordar que así andamos muchos otros también y que sabremos entenderte si nos encontramos en la vida. ¡Ánimo!

Espero como siempre tus comentarios o preguntas vía Twitter @betzalcoatl 

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