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Y al final, a los dos los embargó el miedo. En dos meses de campaña, ni uno ni otro logró combatir a sus fantasmas políticos.Uno y otro se aferraron, hasta el último momento, a sus mayores temores y que fatalmente tienen el mismo nombre: Rafael Moreno Valle.
El candidato de Puebla Unida a la alcaldía capitalina, Tony Gali, se rehusó a cortar el cordón umbilical que lo ata, irremediablemente, a Rafael Moreno Valle. Y más allá de mostrarse libre por el eventual triunfo, Tony Gali se vendió en su último acto masivo como el hijo pródigo del mandatario, allá en Los Fuertes, para honrar al señor que tres años atrás logró sacar de Casa Puebla al PRI.
Y Enrique Agüera sufrió del mismo ataque de pánico. En dos meses, el candidato de oposición se rehusó a asumir su papel y ni siquiera en su último acto masivo, con el respaldo de la dirigencia nacional de su partido, osó en tocar a Rafael Moreno Valle. Indirectas, como siempre, las obras faraónicas, la exclusión, el abandono, pero indirectas, como siempre.
Los dos cerraron campaña casi a la misma hora y los dos atemorizados por el mismo hombre. Y atados al mismo mal: el miedo.