Wednesday, 15 de May de 2024

Paseo Inmoral

Jueves, 21 Febrero 2013 00:09
EdmundoVelázquez

La Cucusa, sus primeros 30

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Cada que puedo corro a su show.

Cada que puedo voy a verla, llego al bar, pido el trago que sea, me tomo una silla o me abro paso entre el público que apretujado se desdibuja entre los destellos de una bola disco.

Cada que puedo la insulto a la primera oportunidad para que se ponga lépera contra mí, frente a todo el respetable y haga lo que mejor sabe hacer: ser respondona, sarcástica, alburera.

Ser cabrona.

Es curioso, pero con pocos entrevistados en mi labor de reportero he hecho tan buenas migas cuando realmente le conozco muy brevemente en su vida real.

Pero irónicamente, ahí ha estado.

En muchas etapas de mi vida.

En las buenas, en las malas, en las pésimas.

Como artista que es, se vuelve música de fondo. Se vuelve parte del soundtrack de la vida.

Y así seguramente ha pasado con infinidad de poblanos que la conocen.

Seguramente en su espectáculo terminará cantando contra su voluntad “Espejo”, un bolero de Yuri del que ya ni la cantante jarocha se acuerda, pero que resultó ser el tema insignia de este show travesti.

Es Cucusa Minelli, para unos. Para otros es Ismael Mendoza.

No voy a revelar su edad exacta porque ni me la sé, pero seguramente ya ronda los 45.

Total, no importa, por cada que puede se quita los años

A finales de febrero cumple 30 años de dedicarse al show travesti que nadie como ella hace en Puebla y varios estados a la redonda.

Lleva treinta años de dedicarse a un público al que le ha dado prácticamente su vida y el ambiente gay en la ciudad simplemente no se puede imaginar sin ella.

Es poseedora de una cadera de miedo, siempre la encuentras forrada de lentejuela, con larga cabellera rubia y ojos de tigresa resaltando entre párpados perfectamente maquillados. El aspecto contrasta con su boca de carretonero, casi tan alburera como Alfonso Zayas, con lengua viperina, con un gusto especial por los chacales, con un amor por su público al que vacila cada que puede, al que lo agarra de bajada, al que alburea para hacerlo parte de su show.

“Hay unas que tendemos a subir, y otras, como tú, que suben a tender”, le espeta cada que puede a cualquier chica que tiene sentada al frente de su escenario.

La he entrevistado tantas veces que dice ya estar “hasta la madre” de mí.

Una de tantas fue francamente especial.

Revista 360 Grados recién había lanzado sus primeros números y me ofrecí llevar un perfil sobre ella como ícono gay de Puebla para una serie de personajes retratados en el especial “En esto creo”. Sería marzo de 2008. En el camerino de la Cucusa apenas y cabíamos los dos strippers que salían vestidos de militar y policía y regresaban desnudos o en tanga. También llegaban otras chicas dedicadas al show. Alguna vestida como Ninel Conde, otra como Edith Márquez.

Mientras la Cucusa me daba detalles de su arranque en la artisteada me veía a través del espejo con el que igual se ayudaba a retocarse el rímel de las pestañas. De repente un tequila llegaba para ella. “Todavía hay que agarrar valor”, decía antes de tomárselo de un jalón y salir con el público.

“Yo fui una jotita reprimida y desde niño me gustó mucho la artisteada. Me gustaba andar saltando, bailando, brincando. Estudié casi tres años Arte Dramático en la escuela del INBA. No pude seguir porque tuve que empezar a trabajar”, se arrancó a decirme mientras invadía yo el espacio. Los otros artistas entraban y salían como locos. Ella no hacía pausas y hablaba con su voz varonil, que si bien suena aguda resulta ser metálica, profunda, que denota experiencia.

“Nunca le dije a mi mamá que era gay, porque ella ya lo sabía. Cuando comencé a vestirme era yo una jotita de 18 años. Pero la primera vez que vi una vestida me espanté. Era uno de mis profesores de la escuela, como era muy satanizado el ser gay en Puebla en ese entonces pues mis maestros se vestían en fiestas privadas. ¡¿Quién iba a pensar que yo iba a terminar de vestida?!

Dice Ismael -porque ya en confianza puedes tutearlo con su nombre original- que la primera vez que vió un show travesti en todo su esplendor fue en Acapulco, en el antro Gallery. Que le impactó.

“Iba mucha gente a verlas y pues quedé impresionado. Quería ponerme esos penachos. Quería hacer eso. Tener las plumas encima, las lentejuelas… todo. Y lo hice. Al principio imité a Donna Summer. Y pues como yo era el más prietito de todos los del show, y en aquél entonces estaban de moda artistas como Gladys Night, Gloria Gaynor, todas eran negritas. Y yo empecé a imitarlas”.

El origen de su nombre de batalla viene a colación de un maestro que le tiraba el calzón. Y que, como escuchaba “La Tremenda Corte”, le apodó Cucusa, mismo nombre que lleva la novia del Tres Patines.

“El Minelli lo añadí yo. Porque siempre me gustó Lisa Minelli. Cuando Labastida perdió las elecciones del 2000 me presentaba como Cucusa Minelli, viuda de Labastida”.Hoy el tercer apellido es lo que menos le interesa pero el político que más le ha gustado es Santiago Creel. Usualmente se mofa de los panistas diciendo entonces que ahora es Cucusa Minelli de Creel. Aunque ya ha soltado bromas actualizadas haciéndose pasar por la nueva Gaviota para Peña Nieto.

Cucusa ha trabajado para dos generaciones de poblanos, al menos. Ha sido objeto de documentales extranjeros, ha sido entrevista mil veces, ha pasado por radio y televisión y en revistas especializadas para el ambiente gay ha sido catalogada como uno de los mejores animadores a nivel nacional. Se va de gira cada que puede y hasta videos en YouTube con partes de su show es posible encontrar.

“Ahora digo que, si vienen a Puebla, y no comen chiles en nogada, no visitan la catedral, no comen mole y no me conocen a mí, pues es que no conocen Puebla. La gente viene a verme mentar madres”.

Recientemente la planta baja del histórico bar Francos es atendida por ella, en su papel de Ismael Mendoza, a quien la Cucusa ha dado de comer los últimos años. Ahí la encontrarán atendiendo mesas, vestido en rol masculino. Pero siempre con esa voz y la sonrisa amplia, pícara. Siempre cabrona.

En esa entrevista me dijo que después de los 25 años de carrera pensaba en retirarse.

A la fecha platicamos y no le veo plan alguno para abandonar el escenario.

Esta semana recibí la invitación para celebrar sus treinta años siendo Cucusa. La cita, es el próximo jueves a partir de las siete de la noche en el mítico Bar Francos.

 

Esa noche celebran un homenaje a quien (a pesar de las tragedias, los años, la competencia) ha realizado el mejor espectáculo que el ambiente gay ha visto en Puebla, el más concurrido, el de mejor calidad, el más divertido, el siempre recomendado.

Y así ha sido, la Cucusa (y también Ismael) cuentan como gran amor al público poblano.

El único amante que le ha aguantado el paso.

*Imagen: Cortesía de Revista 360 Grados.