Saturday, 18 de May de 2024

Una marabunta llamada N.M

Por Yonadab Cabrera / /

 

Esta columna fue editada para no herir susceptibilidades  conservadoras y no lo digo por mi amiga.

Sé que el término Marabunta está mal empleado, pero para los que no conocen a mi famosísima amiga N.M es como una comunidad de hormigas que deja una devastación a su paso. Mesas tiradas, sillas aventadas, botellas de alcohol por aquí y por allá y para los que la conocen saben a lo que me refiero.

La N.M es capaz de caerse en un espacio de apenas 50 cm y crear todo un caos, es tan tenaz y alegre que puede seguir la fiesta por 48 horas seguidas, o estar muerta en vida toda la mañana y en la noche puestísima para ir al antro.

Así es ella, así es la N.M.

Lo malo: que no todos tenemos esa pila, esa eterna juventud y alegría que la caracterizan.

Lo peor: cuando decide visitarte, armar la fiesta contigo y en tu casa… si sucede eso, aléjense de ella. Yo sé lo que les digo.

Era una bonita tarde de verano, había recibido buenas noticias: por fin saldría temprano de la oficina, vería un atardecer nuevamente, observaría a los huevones que van al Barrio del Artista a perder el tiempo mientras yo trabajo, caminaría por las calles del Centro viendo a las parejas de novios besándose apasionadamente y lo más importante es que iba a descansar; a dormir temprano como la gente normal.

Conducía felizmente hacia a mi hogar cuando entró una llamada:

N.M…… contestar…… no contestar.

Horas más tarde me arrepentí de haberle tomado la llamada.

—La N.M ¿Cómo estás? ¿Qué tal te ha ido?

—Hola Guapo, ¿Qué andas haciendo?

—Voy manejando para mi casa, ¿Y tú?

—Perfeeeeecto, ahora mismo voy para tu casa.

—¿Qué? ¿A mi casa? ¿Y a qué vas a mi casa?

—A visitarte y tomarnos una cerveza.

—Aaaaahh, eeeeeste… bueno. Pero solo una.

—Sí, solo una, tal vez un six.

—Aaaaaah, ok.

Eran las 7 de la noche cuando llegué a casa, apenas me empezaba a acomodar, dejar mis cosas, relajándome, y la N.M ya estaba afuera de mi jaula. —Menos mal, así se va más temprano y tendré suficiente tiempo para dormir, merendar y ver una película—pensé mientras me apresuraba a abrirle, la jalé de la mano, corrimos al Oxxo, compramos su Six, regresamos a casa, abrí las ventanas, puse un disco con las rolas del momento y cuya duración es de una hora.

Estaba todo planeado para que la N.M se fuera a las 8, máximo 8:30 de la noche. Lo sé, soy un iluso, con ella se requiere más de una hora para poder hacer cualquier cosa.

Por fin se acabó el Six:

—Uuuuaaahhh (onomatopeya de bostezo), N.M ya se acabó tu Six. Es hora de dormir.

—No, mejor vamos por otro.

—N.M son las 10.

—Es temprano, uno más y me voy. Te lo prometo.

—Ooook.

Una vez más fui ingenuo. Nuevamente la tomé de la mano, corrimos al Oxxo, pagamos el Six, regresamos a la casa y le destapé tres chelas de un jalón, se las tomó y de pronto algo hizo corto circuito en su mente.

Empezó a bailar y cantar, siguió bailando y cantando, continuó con el performance de Gloria Trevi, le subía a la música, poco le importó que mi hermano bajara a apagarnos el estéreo en 5 ocasiones. Salía al patio a gritar y bailar, regresaba, gritaba que estaba muy feliz.

Se terminó el Six, corrimos por otro, pero perdí toda esperanza de que algún día se cansara y se fuera a dormir. Eran las dos de la mañana y la N.M seguía bailando y cantando como las Medusas de Bob Esponja; hacía el paso de Peter el Anguila, le daba pellizcos a mi hermano (Calamardo), agitaba sus bracitos flaquitos, se subía a las sillas.

Dios mío nunca se irá, envejecerá aquí.

—N.M creo que hay que bajarle un poquito a la música.

—Ni se te ocurraaaaaaaa. Mejor ven a bailar, deja de estar de aguado.

—N.M son las 2 de la mañana.

—Ay wey, es temprano. Yo no me quejo y llevo tres días de fiesta.

Y así continuó. Ella la Diosa de la fiesta y yo… yo un simple mortal que quería dormir para ir a trabajar.

No entiendo en qué momento dieron las 6 de la mañana. Yo ojeroso, con mucho sueño y todo decaído por mi anhelo de dormir:

—Uuuuahh (onomatopeya de bostezo) N.M estás en tu casa, puedes tomar y comer lo que gustes, yo me voy a bañar y a trabajar.

—¿Tan rápido se acabó la fiesta?

—Perdona N.M, pero tengo que trabajar.

—Hola, Liz, ¿Qué haces? Voy para tu casa.

Y así se fue de mi casa a atormentar a alguien más.

A su paso dejó muebles rotos, el piso sucio y pegajoso, olor a cigarro, latas de cerveza por todos lados y un mortal desvelado.

***

Pero ¿Qué creen?, no soy el único que ha sufrido la marabunta llamado N.M.

Me uno a la pena que envuelve a mi buen amigo F. S, cuya casa fue secuestrada por la N.M todo un fin de semana.

El pecado de F.S: ofrecerse a llevarla a su casa, pues trabajo fue subirla al Bora 2010, luego ya no se quiso bajar.

—Yo me voy a tu casa (Léase en tono con unos alcoholes encima)—dijo la N.M insistente a F.S, quien no tuvo más remedio que invitarla a su casa.

—Laaaaa Itaaaaaaa vente a la casa del F, nos invitó a seguir la fiesta (Léase en tono con más alcoholes encima)— y así la N.M se apropió de la casa de este buen hombre.

Llegó Itaaaaa y enseguida se dirigieron al lugar donde estaba guardado el alcohol, 10 pomos enteritos se acabaron; la N.M se acabó la despensa, desmadró las sillas haciendo su performance de Gloria Trevi, dejó que se saliera el perro a la calle; ambas también se apropiaron de la cama, dejándolo en un rinconcito frío y oscuro.

El baño vomitado, el piso quedó sucio y pegajoso y finalmente después de dos días de secuestrar la casa de F.S, al ver que ya no había alcohol, ni comida, ni nada más qué hacer:

—¿P.M?— la N.M llamó a su hermano.

—Hola hermana, ¿Cómo te va?

—Bien P. y ¿Qué haces?

—Nada, aquí en mi casa.

—Ok, voy para allá con una amiga.

Y así dejaron al pobre S. con una cara de perplejidad y asombro ante la destrucción masiva de su casa.

Moraleja: Si recibes una llamada de la N.M huye, vete de Puebla y de México, o no le contestes. No sabes cuánto tiempo le durará la fiesta ni cuándo saldrá de tu casa.

¡Claro chinguen a los guapos!... ¿o no mi F?

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