Saturday, 27 de April de 2024

Osos ajenos y más

Por Yonadab Cabrera / /

Alabado sea el señor, bendito Dios que por fin este espacio se dedicará a los osos de alguien más y no los míos. No crean que ya se me acabaron, o que la vida y el destino confabularon para ya no cometer más acciones indebidas, pero afortunadamente hay más personas que meten la pata y muy gacho.

Todo comenzó con una típica rodada dominguera en el Iztaccihuatl, ya saben frío, luego el sol, los venados, las zarzas, el convento franciscano, las subidas, las bajadas, los ovnis y el pato que todos pensamos que no era pato.

Un domingo cualquiera podrían imaginar ustedes. Todo un picnic en compañía de nuestros amigos del Club Ciclismo Puebla Raptors, una linda convivencia, pláticas, risas y mentadas agradables, todo era maravilloso hasta que…

Aparecieron los loquitos de la bici, mejor conocidos como Los hermanos Ríos Andraca —Selene y Kimy—, ellos hacían que el bello paraíso por el que rodábamos pareciera un bosque tenebroso, embrujado y feo. Todo por su desesperación y malhumor.

—Foto, foto, foooto— gritaban los Raptors.

—Odio las fotos, ooooodio las fotos. Malditas fotos… ¡A la verdura!— repetía Kimy una y otra vez con tono del Exorcista, salivando, vomitando y retorciendo la cabeza.

—¡Amighola ven a comer zarzas y a ver el ovni que vuela por los volcanes!— se escuchó una armoniosa voz diciéndole a Selene Ríos.

—Me valen madre las zarzas y los ovnis. Yo voy a ser la primera, la primera, escúchalo bien don lento, seré la primera y me morderán el polvo. Ahí se quedan don lentines… muajajaja— expresó Selene con voz malévola y mirada de Diana Salazar, aquella mirada que te hace sentir el más profundo de todos los temores.

Así fue toda la rodada, todos intentaban convivir con Selene y Kimy y al menor intento de acercamiento ellos se esfumaban. Una vez más se acercaban y pedaleaban. Apenas y los amigos de Raptors decían “Holaaaa” y los hermanos Locos de la bici se iban. Nada les importaba, nada los detenía.

—Niiiiño no te acerques a ese barranco que te vas a matar, ¿Qué no sabes leer?— le advirtió dulcemente nuestra bella amiga a un menor de edad de 5 años, cuyo pecado fue caminar unos metros hacia una cañada.

Pero pronto Dios le haría justicia.

—Amigo de la bici azul párate a mi lado con tu bici sucia. Agárrame, no te muevas que me caigo— exclamó la pro de la bici con tono de mandona, el cual jamás y nunca antes se lo había escuchado.

Y así, Selene Ríos comenzó con sus malabares entre que perdía el equilibrio, se agarraba con la mano izquierda de la bici, con la mano derecha se quitaba la licra, su pie derecho se atoraba en la licra, su pie izquierdo le picaba la cola al de la bici.

De pronto, los 23 Raptors que iban en un paseo familiar en domingo se quedaron atónitos al ver cómo Selene se desnudaba frente a ellos, sin mayor pena, sin vergüenza, era más el calor que sentía en la perica y en su interior, que todas las voces y las miradas perplejas.

Todos estaban en fila posando para otra foto, mientras la autora de Dios en el Poder llevaba 5 minutos tratando de quitarse la licra y aunque parecía que se estaba desnudando por completo, y todos los ciclistas creían que continuaría el paseo en tanga, en realidad se quedó con el mayón que traía abajo.

Ella no comprendía por qué chiflaban, los piropos, ni los halagos, en su mente solo estaba hecha bolita, se estiraba, flexionaba, semiflexionaba, se ponía en cuclillas para quitarse el maldito mayón. El resto de las personas pensaba o cuestionaba: “¿Se está denudando? ¿Realmente se desnudará? ¿Seguirá el paseo en tanga? ¿Dios qué calor hace, yo también me quiero encuerar? ¿Esa es una águila o un zopilote?”, algunas de las reflexiones de nuestros amigos Raptors.

Cuando más preguntas se hacían, Selene se dio cuenta que todos la veían.

—¡Ay Dios! Todos me ven, ya me puse nerviosa— dijo Selene en tono nervioso.

—Imagina yo cómo estoy— respondió el amigo de la bici azul con tono y cara de anime japonés, ya saben le salió sangre de la nariz, se le saltaron los ojos y sacó juegos pirotécnicos de la emoción, algo así como #%@&$. Pobre muchacho seguramente no durmió.

Y así fue como Selene Ríos pasó de ser la loquita de la bici a la encueratriz de la bici… Señora mamá de Selene que siempre lee este espacio, novio de Selene que también lo lee, hago hincapié en que no se desnudó, solo se quitó la licra y se quedó en mayón, lo aclaro porque al rato me regañará.

Esta foto fue tomada luego del streepteas (Gracias Marco de Raptors)

***

Recuerdan a Kimy —el otro loquito de la bici— pues ante tanta histeria por las fotos, Dios también lo castigó. Resulta que fue a orinar justo a la cañada, aquella a la que se acercó el niño de 5 años que fue brutalmente regañado.

Kimy buscó su rinconcito, cerca de un árbol y lejos de las piedras para que no le saliera la víbora, orinó, se sacudió y se subió el short rojo intenso que llevaba, y que lo hacía muy fácil de reconocer a kilómetros y kilómetros, era imposible no distinguirlo.

Se acercó a Selene cuando estaba en pleno streepteas:

—¿Qué manita. Ya te estás encuerando? — señaló en su muy característico acento de buleador profesional. Volteó hacia el grupo de ciclistas que estaban en fila viendo el desnudo artístico de Selene, asentó la cabeza diciendo “Yo soy el amo y rey de las bromas”, puso sus manos en la cintura en pose de ganador, se dibujó una sonrisa de oreja a oreja y todos vieron la mancha, qué mancha, el círculo, qué círculo, la tremenda miada que traía en el short rojo intenso.

Así es, no sabemos si nuestro amigo Kimy se orinó en el short, se sacudió y todo le salpicó en el short, lo engañaron los litros traicioneros o como dice él: “Me lo guardé antes de tiempo porque hace frío”.

En realidad no sabemos cómo es que en su short se dibujó tremenda manchota de orines, lo que sí sabemos es que todos fueron testigos de la traición de su amigo inseparable.

Buzz y Woody, Woody  y Buzz ¿Quién traicionó a quién? Se las dejo de reflexión.

Por ahí anda el grinch de las fotos, pues ya no le quedó más remedio que tomárselas.

***

El tercer oso no es propio de la bici, pero si de una actividad deportiva y le tocó a Viridiana Lozano.

Verán:

Había un vecino de toda la vida de Viri, quien juraba que era su único, verdadero y más grande amor. Ella ya no sabía qué hacer para llamar su atención. En el kínder jugaba a ser la Mujer Maravilla, en la primaria le habló por teléfono para decirle que “en el Cinco están pasando la película de Brujas”, en la secundaria era bastonera y jugaba basquetball, en la prepa tomó clases de pintura y los fines de semana pintaba afuera de su casa como Bob Ross, en la uni organizaba a los vecinos para hacer tardes de lectura y en Central, en Central se le ocurrió la mejor idea.

Solo escuchaba el portón de su casa, el motor de su carro y Viri corría a la ventana para ver al vecino. Lo espiaba, seguía todos sus pasos, analizaba todos sus movimientos y descubrió que él salía a correr todas las mañanas antes de ir a trabajar.

Casualmente al día siguiente que lo descubrió, ella también salió a correr. Y coincidieron tres, cuatro, cinco días, hasta que:

—¡Vecina! Buenos días, qué gusto ver que no soy el único que sale a correr, pero  ya no deberíamos de correr solos, qué te parece si nos hacemos compañía— mencionó el vecino al mismo tiempo en que calentaba y trotaba en su propio eje.

Eran las palabras que Viri siempre quiso escuchar, en sus oídos, en su mente solo repicaban las campanas de la iglesia, la entrada nupcial, veía las palomas blancas volar, y la Víbora de la Mar.

De inmediato Viri aceptó la propuesta del vecino para ser compañeros de ejercicio:

—¡Wow vecina! Qué padre que corras, cuánto corres— preguntó el muchacho cuando ya estaban encarrerados.

—Corro mucho, soy una pro del atletismo. Si vieras, pista de tartán, velocidad, profundidad, soy una atleta de alto rendimiento. He corrido el maratón de Puebla, el de Veracruz, el de Starwars y el nocturno de la BUAP— respondió Viri al momento en que casi echaba el bofe.

—Uy vecina, entonces 10 kilómetros para ti no son nada. Hasta me siento pendejo´.

El Resultado, la pobre Viri aguantó el cansancio, no le demostró fatiga, ni dolor, menos insolación. Solo que al día siguiente ya no se podía parar, pero aún así volvió a correr, al tercer día sí ya no se paró. Desapareció de la fas de su colonia.

¿Y el vecino?

Se casó.

Moraleja: Nunca te sientas mal de hacer un oso o meter la pata, hay personas que manchan de orines su short, que se encueran frente a otras y que corren hasta morir para ligarse a alguien.

¡Claro, chinguen a los guapos!

 

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