No sé qué fue peor: cuando Sin Embargo publicó una de mis notas y me confundió con una mujer. Es decir, al momento de poner que el texto publicado en ese portal era responsabilidad del medio de comunicación y por supuesto “de la reportera” que lo escribió, o sea, Yo.
Jajajajaja ¡Damn It!
Ya les había comentado, pensé que era mi momento de triunfo, de aquí a El País, el New York Times o Reforma y ya sentía entre mis manos un Pulitzer, pero eso no sucedió y solo fui bulleado por amigos, conocidos y desconocidos.
Por si eso no bastara, el pasado 5 de junio en plena elección, el mero día de los comicios, hice otro oso a nivel nacional, uno de los más terribles, fue al estilo de La India María, Nacasia, Nacaranda o Doña Lucha; aún me acuerdo y siento tanta pena, una vez más deseo que me trague la tierra y pronto se olvide la vergüenza que he pasado.
*****
Apenas era medio día y sentía que llevaba toda la vida cubriendo la jornada electoral. Ya saben, correteando a los candidatos, a los políticos, que si Gali votó, que si a Lozano lo increparon, que si no había nadie en la casilla de Marcelo. Imaginen, todo ese transcurrió en menos de 3 horas y ya estaba fastidiado.
El sol, el calor, las putas elecciones, los avances, Dios, apenas eran las 12 del día y ya estaba agotado, lo peor del caso es que aún faltaban 6 largas horas para que cerraran las casillas y tal vez, 9 horas para que se revelara al ganador de la gubernatura de un año 8 meses.
No me quedaba más remedio que irme a enclaustrar al bunker del PAN.
¿Qué implicaba eso?
Estar sentado por más de 9 horas esperando, comiendo todo lo que me pusieran enfrente y chutarme todos los noticiarios de Milenio TV, mismos que repiten a lo largo de tooooodo el día las mismas noticias, es más, ni siquiera les cambian la redacción, las imágenes o el formato, lo único que cambian son las personas que las presentan.
Estaba resignado a pasar uno de los días más largos de mi vida, uno de los más largos y tediosos. Me mentalicé, respiré y subí por las escaleras del hotel Presidente Intercontinental hasta la sala de prensa que habían montado.
Al entrar mis ojos se iluminaron, una sonrisa se me dibujó de oreja a oreja y deduje que después de todo mi día no estaría de la chingada. Sí, ahí estaba, mi gran amiga “Amistaaaaaa”, cuyo nombre de pila es Liz Cervantes y trabaja en Síntesis.
No pude contener la emoción que me dio al verla, pues ya no me aburriría tanto y como señora en el mercado grité una y otra vez:
“¡Amistaaaaa! ¡Amistaaaaaaaaaaaaa! ¡Amistaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Amistaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Dios te bendiga buena mujer”, claro tan escandaloso fui que hasta los de seguridad acudieron a ver qué pasaba.
Yo no dejaba de gritar y al mismo tiempo me paseaba de un lado a otro para ver por dónde podría saltar las sillas, mesas, bocinas y todo lo que había a mi alrededor para llegar hasta mi Amistaaaa sin “D”.
De lo que nunca me di cuenta y ofrezco una disculpa, es que grité y grité y grité tanto que arruiné el audio del enlace en vivo de Canal 11 o Proyecto 40, no recuerdo quién estaba transmitiendo justo en ese momento.
Y me atravesé una y otra vez por atrás del reportero mientras gritaba con tanta emoción, que también le arruiné la imagen.
Sí, así fueron mis 5 minutos de fama en tele nacional. Tal cual como Nacasia, Nacaranda o Doña Lucha, gritando y paseando sin ningún respeto al trabajo de mis compañeros.
Moraleja: Si ya saben cómo somos en provincia pa´ que nos visitan (Léase en tono de Doña Lucha)
¡Claro, chinguen a los reporteros!
ANTERIORES
- Que no me atrape lo mundano
- ¿Quieres adelgazar? Mira los minutos que debes correr para lograrlo
- No te quedes con las ganas de preparar este rico flan de chocolate
- Te dejamos los horóscopos de la semana… échale un ojo al tuyo
- Alejandro Fernández abarrotó en Tlaxcala; la gente quedó contenta con el show