A propósito de la Semana Santa, los compañeros de la redacción de CENTRAL queremos compartirte nuestras reflexiones de esta época “bonita del año”, marcada por la tradición católica. Seguramente, estimado lector, las siguientes conclusiones te sonarán muy familiares, por lo que te unirás al trauma que nos embarga.
En Puebla y varias partes de la República Mexicana, la religión católica dicta las costumbres, tradiciones, normas sociales y morales. Un claro ejemplo de la influencia que tiene sobre nuestra sociedad es la “Semana Santa”. Sí, aquellos días en los que “Jesús fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; falleció y fue sepultado, y resucitó al tercer día según las escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del padre.
Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin”.
Sí, todo eso que dicta la Biblia en uno de los tantos rezos que te obligaron a aprender de niño cuando tus papás te llevaban sí o sí al catecismo. Bendito Dios, los tiempos han cambiado. Quienes crecimos bajo el yugo de la Iglesia católica ya somos adultos y, por supuesto, por ningún motivo podríamos traumar con estas tradiciones a nuestros hijos, sobrinos, primos o las futuras generaciones.
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Pero para que te unas a nuestra pena de haber crecido con estas normas, te invitamos a formar parte del club de los traumas de la Semana Santa. Y como Jesús hizo la visita de las siete casas antes de ser crucificado y morir, aquí te ponemos siete traumas o cosas que nos hicieron odiar esta época del año.
1.- Las películas del canal 5 (Ben-Hur, Jesús de Nazareth, Los diez mandamientos y Marcelino, pan y vino).
2.- Cuando tu abuelita te prohibía comer carne porque era pecado.
3.- Chutarte las misas del jueves, viernes y sábado santos.
4.- Que te prohibieran ver caricaturas o cualquier forma de diversión porque “No eran días para divertirse”.
5.- No salir de vacaciones porque eran tiempos de guardar. “Por eso en estas fechas hay tantos accidentes”.
6.- El Domingo de Ramos y la visita de las siete casas.
7.- Escuchar una y otra vez por parte de las personas mayores toda la historia de Jesús y el sermón de portarse bien.
¿Ya lo recordaste?
Y este cuento era cada año hasta la adolescencia, cuando por fin te rebelabas.
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