Conoce a Los Xinacates, un grupo de hombres que participan en la Danza del Buen Temporal, un ritual que llevan a cabo en el cerro de Teoton en San Pedro Yancuitlalpan, para pedir una buena cosecha de frijol ayocote, la tradicional legumbre que se siembra en la zona.
En época de carnaval, cada municipio y estado tiene su forma muy particular de celebrarlo. En algunos estados los hombres usan máscaras con atuendos elegantes, mientras que en otros se disfrazan de personajes de miedo para asustar a la audiencia que los va a ver. En otras partes, los participantes se visten de mujer con sombrillas y tacones para diversión del público.
En San Nicolás de los Ranchos es un poco diferente, pues los habitantes no ocupan vestimentas brillosas o coloridas para hacerse notar, lo único que utilizan es pintura sobre su rostro o alguna máscara de luchador y carbón untado sobre todo su cuerpo.
Hombres de casi todas las edades pintan su cuerpo semidesnudo y salen a las calles a bailar como parte de un ritual ancestral que simboliza la lucha del bien contra el mal, algunos suben al cerro de Teoton muy cerca del volcán Popocatépetl en donde al ritmo del tambor y bajo la luz del sol, bailan para que sus cosechas sean buenas y abundantes.
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El color negro con el que van pintados los Xinacates en este ritual simboliza su petición por una buena cosecha de frijol ayocote, tradicional legumbre que se siembra en la zona, también hay quienes se pintan de color plata lo que simboliza la luz sobre los pueblos que llega con la alegría de esta festividad.
Cabe mencionar que a esta tradición se le conoce con distintos nombres, como la Feria de “los Pintados”, “Los Tiznados”, “Los Judíos” pero pese a ello, con el que ellos se identifican y que fue usado por los principales precursores de esta tradición fue el de los Xinacates.
Según los habitantes de esta región, los Xinacates y su ritual es una tradición de más de 200 años y cuentan que anteriormente se pintaban con manteca de cerdo y ceniza de leña. Algunos habitantes actualmente aun lo siguen haciendo de esta forma.
Al final de la celebración, los hombres que participan guardan sus máscaras para volver a usarlas el siguiente año y esperar que el ritual haya sido fructífero en los siguientes meses del año.
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